A fines del año 2019 en una cuidad China se originó un brote local de neumonía (hasta entonces desconocida) sin saber que rápidamente se propagaría por todo el mundo, sin previo aviso y con efectos devastadores el nuevo coronavirus virus (SAR COV2S) causante de la enfermedad COVID-19 y de la pandemia más importante que ha impactado a la humanidad en el último siglo.
En Nicaragua han sucumbido personalidades de la política, asesores presidenciales, ministros, diputados, alcaldes, sacerdotes, pastores evangélicos, deportistas, periodistas, médicos y personal sanitario que se han rendido a la muerte por Coronavirus.
Al 11 de agosto, la Organización Mundial de la Salud (OMS), reporta 20.1 millones de contagios y más de 736 mil fallecidos en más de 216 países y territorios alrededor del mundo.
A diferencia del virus causante del covid-19 por muchos años hemos oido hablar de otros virus tales como el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) causante del SIDA y asociado a la transmisión sexual, uso de drogas intravenosas, transfusión de sangre no segura y la forma vertical de madre a hijo, lo mismo sucede con el virus de papiloma humano (VPH) con una fuerte relacion causal con el cáncer cervico uterino como la principal causa de muerte por cáncer en mujeres en Nicaragua.
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Antes del descubrimiento del Sar-Cov2S como causante del COVID-19, la población nunca había tenido contacto con dicho virus lo que convierte a la humanidad entera en susceptible de enfermar e incluso morir por el virus.
Mientras el mundo entero sigue aunando esfuerzos en su lucha contra la pandemia, en Nicaragua las medidas gubernamentales no corresponden con las recomendaciones de expertos y entidades como Organización Mundial de la salud, hasta la fecha no hay suspensión de clases, no hay cancelación de actividades públicas, no se promueve el teletrabajo ni el distanciamiento fisico asi como la cuarentena, medidas urgentes para frenar el crecimiento exponencial de la curva de contagio
En este cotexto en Nicaragua se visualiza una realidad muy difícil con un horizonte no muy claro e incierto, pero aún así la esperanza de los nicaragüenses y del mundo entero está puesta en una vacuna eficaz y accesible que pueda frenar esta pandemia, mientras tanto se debe continuar tomando las medidas necesarias para cortar la transmisión comunitaria sostenida de la pandemia en nuestro país.
Autor: Doctor Freddy Espinoza.
Médico General y Máster en Salud Pública.
Diócesis Media Iglesia y Salud.