Las bienaventuranzas y el sufrimiento del pueblo nicaragüense. Monseñor Rolando Alvarez

Un llamado a los nicaragüenses y líderes a practicar las bienaventuranzas, entre ellas la humildad, y un recorrido por el sufrimiento del pueblo a la luz del Evangelio, hizo Monseñor Rolando Alvarez, Obispo de la Diócesis de Matagalpa, durante la Santa Misa que presidió el domingo 1ero de noviembre en la Iglesia Catedral San Pedro Apóstol, al celebrar la solemnidad de todos los Santos.

En su mensaje recordó que este domingo se celebra la solemnidad de los Santos que dará paso a conmemorar el lunes 2 de noviembre a los fieles difuntos, de ahí que ha recordado que la liturgia del día propone un camino de santidad, “Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos”, y las demás bienaventuranzas.

En esto explico que el humilde no busca los primeros puestos, que el humilde siempre llama la atención porque no le interesa llamar la atención, “la humildad es una actitud interior, serena con verdor, con las frescuras de las montañas y así como la naturaleza hace que uno disfrute de ella, el humilde hace que los demás se regocijen al ver en esa persona, en ese hombre y mujer cualidades tan ordinarias vividas de forma maravillosa silenciosamente. El humilde cuando hace el bien lo hace en el silencio”, indicó.

Las bienaventuranzas y el sufrimiento del pueblo nicaragüense. Monseñor Rolando Alvarez

El llanto de los nicaragüenses:

Al explicar la bienaventuranza, “Dichosos los que lloran porque de ellos es el reino de los cielos”, mencionó que es bueno llorar, porque el llanto es purificación en las escrituras, por lo tanto es bueno y necesario llorar con los que están llorando, “nosotros los nicaragüenses muy probablemente ya estamos habituados a llorar, pienso que es muy difícil encontrar a un nicaragüense que no haya llorado en el 2018, y ahora en el 2020 con esta pandemia. Llantos de las muertes causadas por el virus y que han sido muertes anónimas, contagiados por el virus que son contagiados anónimos, pienso en cuanta gente pobre, campesina ha vivido en silencio su sufrimiento, nos ha dado ganas de llorar ver y saber de miles de familias que no tienen para el medicamento”, subrayó.

En este punto aseguró tener fresco el recuerdo de marzo, abril y mayo 2020 cuando muchos no tenían para la medicina, no tenían para el tanque de oxígeno, para sobrevivir ante la pandemia, y muchas veces eso causa llanto, “el llanto del pueblo nicaragüense no es infecundo, es el llanto de los bienaventurados, el llanto de Jesús en el Getsemaní, es el llanto de las bienaventuranzas de este día”.

Seguidamente explicó que todos los sufrimientos sea por incomprensión en el trabajo, por problemas con el esposo o la esposa, por una calumnia, por una traición, por el que sufre, por el que está escondido, por el que “vio partir en esta pandemia a su gente sin poder decirle un último adiós, sin haberle podido auxiliar como se debía, el sufrimiento de los que vieron partir a su gente, a sus hijos en el 2018 sea de donde sea porque hubo y hay dolor y sufrimiento. Ese sufrimiento no puede ser en vano debe ofrecerse por la santidad propia, por la conversión de quienes te han hecho sufrir, ese sufrimiento vean no es infecundo se vuelve en un camino de santidad y de conversión para vos. Así es el Evangelio que cambia la mentalidad”.

“Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia”: En esta bienaventuranza explicó que cuando un gobierno es justo con su pueblo es porque respeta la dignidad de la persona humana, porque ha descubierto el valor supremo del pueblo, de sus derechos humanos y universales. “Cuando en una empresa se es justo con los trabajadores, sea empresa grande o pequeña, es porque los empresarios han reconocido el valor supremo de cada trabajador, y no lo ve como una máquina para producir dinero, aquel empresario así, va también a compartir sus riquezas con sus propios trabajadores, los obreros y campesinos”.

“En todas nuestras relaciones se debe ser justo porque toda persona es inviolable sea persona, hermano, familiar, conocido o amigo”.

Luego de hacer recorrido por las otras bienaventuranzas llamó a trabajar por la Paz, porque alguien que ande con resentimiento, rencor y odio no puede construir paz; la Paz que nace en el interior de la persona, en la familia. “Entonces Hermanos si por esto nos perseguirán e injurias, dice el texto: Alégrense porque de ellos es el reino de los cielos”.

Humildad en el pueblo nicaragüense:

Concluyó su reflexión con las siguientes palabras sobre la humildad que es tan necesaria en nuestros días:

“Cuánta humildad nos falta a los nicaragüenses? Sólo Dios y cada uno de nosotros lo sabe. Sin embargo cuando se observa el panorama socio político de nuestra flagelada Patria, me pregunto si en esos tiras y encoges, en esas disputas, en esos protagonismos, en esas búsquedas de intereses personales o grupales, en esa sed de protagonizar, en esas salpicaduras de ofensas, de agresiones de posturas, se podrá hablar de humildad?

Si me permiten expresarles, no basta con decir o salir en un vídeo o en una foto, en una viñeta radial o spot televisivo hablando de solidaridad con los que padecen alguna tribulación. No. Es necesario realmente llorar con el que llora, para reír con el que ríe, sufrir con el que sufre para alegrarse con el que se alegra, tener hambre y sed de justicia para entonces entender realmente al que sufre la injusticia y además ponerse en su lugar y luchar por él y con él.

Es necesario ser misericordioso con los más cercanos y los líderes ser misericordiosos entre ustedes. Sólo así podrán ser misericordiosos con el pueblo, porque nadie, nadie da, lo que no tiene. Cómo va a creer el pueblo en un líder misericordioso con los pobres, con los campesinos, si cuando saltan a la palestra pública o en sus reuniones se debaten muchas veces inmisericordemente? Es imposible. Aunque a algunos no les sonarían estas palabras, tenemos que decirlo: es necesaria la pureza del corazón para escuchar al otro y no descalificarlo; escucharlo buscando cómo descubrir en sus palabras una verdad, una virtud.

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Pero también la pureza del corazón es necesaria cuando se habla, para construir y no destruir, para edificar y no desedificar o descalificar. Es necesario trabajar por la paz, la paz con justicia, con verdad y sin venganza. Los nicaragüenses hemos de desterrar de una vez para siempre de nuestros corazones cualquier sed de venganza. La venganza como la violencia, destruye. Y estoy convencido que el pueblo no escucha, sea a quien sea y venga de donde venga, al que quisiera echarnos a pelear, a quienes atizan el fuego de las pasiones desordenadas como la venganza y el odio. Estamos realmente cansados de eso.

Queremos una Nueva Nicaragua, no nos cansaremos de decirlo, donde reine la paz, la justicia, la libertad. Donde todos, juntos podamos transparentemente trabajar incansablemente por reconstruir los pilares de la institucionalidad y la paz. Una Nicaragua así, si es posible”.

Redacción: Manuel Antonio Obando Cortedano