“Nicaragua será transfigurada. En Dios está puesta nuestra confianza y nuestra esperanza. El es nuestro Dios y nuestro todo”, aseguró Monseñor Rolando José Alvarez Lagos, Obispo de la Diócesis de Matagalpa y Administrador Apostólico de la Diócesis de Estelí, en su mensaje el ll Domingo de Cuaresma, 13 de marzo 2022, en la Iglesia Catedral San Pedro Apóstol de Matagalpa.
A continuación el texto:
No es desconocido que nuestro país ha venido cargando durante su historia, tantos momentos de destrucción, violencia y luto. Se han impuesto los que a través de la fuerza han oprimido a los más débiles. No es solo una historia reciente, ha sido una espiral de violencia desde el nacimiento de esta patria.
Están aquellos que ávidos de poder y riquezas no les ha importado explotar o pisotear la dignidad de su semejante. Están los chantajistas que tienen sometidas a sus víctimas, sabrá Dios por que causa. Están los que en todos los niveles, en todas las esferas se niegan a servir si es que no consiguen algún usufructo, una ganancia. Están los que esperan el momento oportuno para realizar su venganza, albergando cada vez más y más odio en los corazones.
Están los que no se comprometen con la vida, y pensando que pueden tomar la vida de los otros sin consecuencias y abortan, asesinan con un arma o a través de la eutanasia.
Están los apáticos, que sin importar la circunstancia adversa del hermano, el hambre, la pobreza, la falta de trabajo, la enfermedad, el luto, pasan desapercibidos y desorientados de la realidad, importándoles solamente lo que hay en su haber y antojadizo querer.
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Pero están los que se detienen ante la Voz de Dios que anuncia “este es mi Hijo Amado, escúchenlo” y atienden la voz de la Madre que pide “hagan lo que El les diga”.
Nicaragua, debe detener este espiral que que quiere arrastrarnos a todos, debe parar los círculos de violencia y muerte; debe detener la indiferencia; debe afanarse por el regreso de los exiliados dando seguridad a sus vidas y oportunidades de trabajo digno. Debe reparar el daño infringido a las personas y a sus familias. Debemos de perdonar. Debemos cuidar de los que sufren, enfermos, olvidados, marginados, presos, exiliados, perseguidos.
Los cristianos y todos los hombres y mujeres de buena voluntad debemos comprometernos en ser custodios de la vida, del bien común, del bien para todos, de la justicia para todos, de la promoción y la defensa de los derechos y las libertades de todos; de la sana educación de los niños y de los jóvenes; del cuido y protección de nuestros mayores, del medio ambiente; esta es nuestra Doctrina Social. Esto es lo que queremos, esto es lo que necesitamos. Este será nuestro esfuerzo de transformación. Estos serán nuestros panes y pescados que sólo Dios podrá multiplicar
Esta no es una ilusión ni una utopía irealizable. La transfiguración de Jesús también debe ser nuestra propia transfiguración personal y social. Dios nos ha hablado fuerte y claro. Siempre hay un mañana de esperanza cuando nos postramos delante de Dios manteniendo “la mirada siempre fija en Su Rostro que resplandece” (cf. PF, 05.08.2020) y buscamos hacer su voluntad. Es el esfuerzo diario al que todos estamos convidados. Esta es nuestra única salida “escuchemos Su Voz y no endurezcamos el corazón”. Nicaragua exige ser reparada, rehecha, renovada. Si como pueblo, de corazón nos volvemos a Dios, Nicaragua será transfigurada. En Dios está puesta nuestra confianza y nuestra esperanza. El es nuestro Dios y nuestro todo.
Redacción y fotografías: Manuel Antonio Obando Cortedano.
Diócesis Media.