A los sacerdotes, religiosos y religiosas, al santo pueblo de Dios en nuestra Diócesis de Matagalpa.
A esta hora, a causa del Covid-19 hemos comprendido que todos estamos involucrados e implicados en la transmisión y contagio de esta enfermedad. Muchísimos han sido afectados directamente por la pandemia, enfermos, fallecidos, entre ellos, más de una decena de sacerdotes de la Provincia Eclesiástica de Nicaragua y las familias que lloran por la muerte de sus seres queridos. (cf. La Vida después de la Pandemia, págs. 14; 30).
Amadísimos hermanos y hermanas, la emergencia sanitaria es vencida por la solidaridad, por el cuido de unos por otros, por el respeto a la vida humana, al cumplir estrictamente las recomendaciones que se nos han dado desde el inicio de la pandemia. Es momento que todos actuemos con responsabilidad.
Por lo anterior, reitero que los templos continuarán abiertos y las celebraciones en ellos se seguirán realizando, pero les exhorto encarecidamente con el corazón de padre y pastor, a vivir preferencialmente las Eucaristías, aún las dominicales, a través de los medios de comunicación, radio, televisión y redes sociales, y a recibir con todo el fervor, amor y devoción a Jesús de forma espiritual.
Pienso en “cuántas personas rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos. La oración y el servicio silencioso son nuestras armas vencedoras”. Miremos a María, “salud de su pueblo y Estrella del mar tempestuoso”, bajo Su Mano estamos seguros.
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Matagalpa, 30 de agosto, Año de San José, 2021.
Con cariño de pastor,
Mons. Rolando José Obispo de Matagalpa