Octavo día de la Novena al Espíritu Santo

Octavo día de la Novena al Espíritu Santo

OCTAVO DÍA.

En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

OFRECIMIENTO.

(Pide por una intención especial en tu necesidad).

ORACIÓN.

Ven, Espíritu Divino manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.

ACTO DE CONSAGRACIÓN AL ESPÍRITU SANTO.

¡Oh Santo Espíritu, Espíritu Divino de luz y de amor! Yo te consagro mi inteligencia, corazón y voluntad, para el tiempo y para la eternidad. Que mi entendimiento sea siempre dócil a tus divinas inspiraciones y a las enseñanzas de la Santa Iglesia Católica, de la cual eres Tú su guía infalible; que mi corazón esté siempre inflamado en el amor de Dios y del prójimo; que mi voluntad se conforme siempre con la divina Voluntad; que toda mi vida sea imitación plenamente fiel de la vida y virtudes de Nuestro Señor y Salvado Jesucristo, a quien, en el Padre y contigo, Espíritu Divino, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Del santo Evangelio según San Juan (14, 15 – 16).

“Si ustedes me aman, guardarán mis mandamientos, y yo rogaré al Padre y les dará otro Consolador que permanecerá siempre con ustedes. Ese es el Espíritu de verdad, que el mundo no puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes lo conocen porque permanece con ustedes y estará con ustedes.” Palabra del Señor.

MEDITACIÓN DEL DÍA.

SANTIFIQUEMOS NUESTAS ACCIONES HACIÉNDOLAS EN EL ESPÍRITU DE JESÚS.

Hagamos nuestras acciones en Jesucristo, por Jesucristo y en su Espíritu.

Es muy importante saber que no sólo los religiosos, sino todos los cristianos, de cualquier estado y condición, están obligados, como miembros de Jesucristo, a vivir de la vida santa de su Cabeza, y a realizar cristianamente todas sus acciones, grandes y pequeñas.

¿Qué quiere decir «cristianamente»? Significa hacerlas en Jesucristo y por Jesucristo, en su Espíritu, con sus disposiciones santas y divinas.

A ello estamos obligados por infinitas razones. Pero te ruego que consideres a menudo que Jesucristo es nuestra Cabeza y nosotros sus miembros, y que cuando estamos en gracia tenemos con él una unión más íntima y perfecta que los miembros de un cuerpo natural con su cabeza. Por eso hemos de hacer nuestras acciones por Él y en Él. Por Él, porque somos propiedad suya, ya que todo cuanto es de los miembros pertenece también a la cabeza; y en Él, es decir, animados por su espíritu, con sus disposiciones e intenciones, como los miembros deben seguir e imitar a su cabeza.

Me dirás tal vez: «Pero, ¿quién puede conocer las disposiciones e intenciones de Jesucristo cuando ejecutaba sus acciones? Con sentimientos de humildad, paciencia, caridad con el prójimo, con la mirada puesta en Dios y con toda suerte de virtudes; sus intenciones fueron la gloria y el amor del Padre, buscando agradarle y cumplir su voluntad.

Consideración del día Octavo.

Son muchas las penalidades que ha de soportar el hombre en el tiempo de su permanencia en la tierra. Para no desesperar, para que la tristeza no le abata, necesita buscar algo o a alguien que le preste aliento y le infunda consuelo en ellas. La verdadera sabiduría está en acertar con el remedio y la persona que pueda proporcionárselo. Si el corazón del hombre busca remedio para sus males en las criaturas o en las vanidades del mundo, es como si pretendiera hallar apoyo en la caña rota; ésta sólo le causará heridas y dolores sin cuento.

¡No es ese el camino que tú has de seguir, oh cristiano: recurre a quien te puede prestar apoyo y consuelo permanente! Sólo el Espíritu Santo puede brindarte este apoyo y ofrecerte el consuelo que necesitas.

Cuando el Divino Maestro vio a sus discípulos tristes e inconsolables por su partida de este mundo, les prometió enviar el Espíritu Santo para que morara en ellos hasta la consumación de los signos.

Los verdaderos seguidores de Cristo reciben este divino consolador de las almas, y se regocija en Él. Cuando te aflija las penas y las soportes por amor a Dios, sentirás la dulcedumbre inefable de las delicias del Espíritu Consolador, y palparás por ti mismo lo que anunció el profeta: “Sobre mis siervos y siervas derramaré mi Espíritu.” (Joel 3,2).

Antífona: Espíritu Santo, despréndenos de las cosas terrenas, para que amemos las cosas celestiales!

Oración para Implorar los Dones del Espíritu Santo.

Señor mío Jesucristo, que antes de ascender a los cielos, prometiste a tus apóstoles y discípulos enviar el Espíritu Santo para fijar en sus almas tu obra divina y redentora, te suplicamos: nos envíes a nosotros el mismo Santo Espíritu para que complete en las nuestras la obra de tus gracias y de tu amor.

Desciendan copiosos a nosotros sus dones celestiales: la Sabiduría, para despreciar las cosas perecederas del mundo y sólo anhelar las eternas; el Entendimiento, que ilumine nuestras mentes con la luz de las verdades; el Consejo, que nos dé acierto en la elección de los medios más seguros para agradar a Dios y merecer el cielo; la Fortaleza, que nos ayude a soportar las cruces de la vida y a superar los obstáculos que se opongan a nuestra salvación; la Ciencia, que da el conocimiento de Dios y de nosotros mismos y que los Santos poseyeron; la Piedad, que hace dulce y agradable tu servicio; el Temor reverente para con Dios y sus mandamientos y que conduce a evitar todo aquello que pueda desagradarle y ofenderle. Suplicándote, en fin, o dulce y amable Señor, que dejes impresa en nuestras almas la señal de tus verdaderos seguidores y un ardiente deseo de amarte sobre todas las cosas. Amén.

Padrenuestro, Avemaría, Gloria.

Oración final.

Oh Dios, que has unido las naciones en la confesión de tu nombre, concédenos que los que han renacido por el agua del bautismo, tengan la misma fe en sus corazones y la misma piedad en sus acciones.

Oh Dios, que enviaste el Espíritu Santo a los apóstoles, oye las oraciones de tus fieles para que gocen de la verdadera paz, quienes por tu gracia, han recibido el don de la verdadera fe. Te suplicamos, oh Dios, que tu Santo Espíritu encienda en nuestros corazones esa llama que Cristo trajo a la tierra y deseó ardientemente fuera encendida.

Inflama, oh Señor, nuestros corazones con el fuego del Espíritu Santo, para que te sirvamos castos de cuerpo y limpios de corazón. Enriquece, Señor, nuestros corazones derramando con plenitud tu Santo Espíritu por cuya sabiduría fuimos creados y por cuya providencia somos gobernados.

Te suplicamos, oh Dios Todopoderoso y Eterno, que tu Santo Espíritu nos defienda y habite en nuestras almas, para que al fin, seamos los templos de su gloria.

Te pedimos, Señor, que según la promesa de tu Hijo, el Espíritu Santo nos lleve al conocimiento pleno de toda la verdad revelada. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Octavo día de la Novena al Espíritu Santo

Octavo día de la Novena al Espíritu Santo

Octavo día de la Novena al Espíritu Santo

Puedes Leer: Agradecen a Dios por 25 años de ser aceptadas en la Diócesis de Matagalpa