Tres grandes tentaciones a la humanidad “el tener, el poder y el placer”, recordó Monseñor Rolando José Álvarez Lagos, Obispo de la Diócesis de Matagalpa y Administrador Apostólico de la Diócesis de Estelí, en su mensaje el domingo 6 de marzo 2022, primer domingo de Cuaresma en la Iglesia Catedral San Pedro Apóstol de Matagalpa, donde se inspiró en el texto del Evangelio del día donde Jesús es tentado en el desierto.
Aquí el texto completo:
En este mundo, en nuestras calles, camina el tentador que conoce de las codicias y ambiciones, del orgullo y de la vanidad.
Podríamos decir que las tres tentaciones a Jesús en el desierto, son como una síntesis de las tres grandes tentaciones a la humanidad.
El tener. Cuando el tentador propone transformar las piedras en pan. Es pensar que los bienes materiales pueden llenar el corazón del hombre; “tener” en lugar de “ser”; tener bienes materiales a cualquier costo, a cualquier precio, aún al costo o al precio de la propia conciencia, de la propia dignidad. Es una necesidad, un vicio adictivo. Para el que no tiene limites de almacenar en sus graneros, el tener se vuelve en su droga sin la cual, no puede vivir. Cada quien podría ponerse su propio precio. Cabe entonces la pregunta: por cuánto te has vendido? por cuánto has vendido a tu hermano? “El pan es importante, la libertad es más importante, pero lo más importante de todo es la fidelidad constante y la lealtad a los principios, jamás traicionada” (cf.Alfred Delp). “Cuando no se respeta esta jerarquía de los bienes, sino que se invierte, ya no hay justicia, ya no hay preocupación por el hombre que sufre, sino que se crea desajuste y destrucción, caos y anarquía, se entra en el reino de la arbitrariedad. Cuando a Dios se le da una importancia secundaria, que se puede dejar de lado temporal o permanentemente en nombre de asuntos supuestamente más importantes, entonces fracasan precisamente estas cosas presuntamente más importantes /../ Está en juego la primacía de Dios/…/ No se puede gobernar la historia con meras estructuras materiales, prescindiendo de Dios. Aún las estructuras más sofisticadas, sino nacen de un corazón nuevo y arrepentido, se vuelven las más injustas e intolerantes. Si el corazón del hombre no es bueno, ninguna otra cosa puede llegar a ser buena. Y la bondad del corazón sólo puede venir de Aquel que es la Bondad misma, el Bien.” [1].
El poder. Cuando el tentador ofrece dominar la creación a cambio de un acto de adoración, se trata de la tentación del poder sobre los reinos de la tierra, el “poder” sobre el “servir”; el tentador ofrece el dominio sobre el otro. Cuál es tu reino, que grande o pequeño puede ser? No importa; lo que vale es aquí mando yo, aquí se hace lo que yo digo, no se tienen límites y se domina la creación destruyendo, arrasando, la propiedad, las fronteras, llegando a ilimitados poderes irracionales que llegan a avasallar y destruir al mismo hombre. Esta es la ley del más fuerte que tiene su raíz en la filosofía sofística. A quién adoras para alcanzar ese poder en tu reino, quien te lo ha dado? Si el poder que tienes viene de Dios, entonces tu poder será el servicio. Si tu poder no viene de Dios, entonces tu poder será la muerte.
El placer. La tentación de la espectacular caída desde el alero del templo; la ambición, el éxito fácil y cómodo sobre el esfuerzo del día a día. “Aquí hay algo llamativo, el tentador cita la Sagrada Escritura para hacer caer a Jesús en la trampa¸ el tentador muestra ser un gran conocedor de las Escrituras, se presenta como teólogo” [2]. Hoy se pretende someter la Palabra de Dios a visiones pseudo ideológicas. Se pretende instrumentalizar a intereses particulares o personales. Es la pretención de callar a Dios y suplantarlo con todos los placeres, con el hedonismo, dejando nuevamente de existir los límites. Después del pan hay que ofrecer algo sensacional. Pan y circo o las migajas del rico epulón.
Puedes leer: Así se resume la formación de la Pastoral Juvenil de Nicaragua en la Diócesis de Matagalpa
Pero la gloria de Cristo, la gloria humilde y dispuesta a sufrir, la gloria de su amor, no ha desaparecido ni desaparecerá. En la lucha contra Satanás ha vencido Jesús: frente a la divinización fraudulenta del poder, de la ambición, de la avidez de dinero, frente a la promesa mentirosa de un futuro que, a través de los poderes temporales, garantiza todo a todos, Él contrapone la naturaleza divina de Dios, Dios como auténtico bien del hombre. Frente a la invitación a adorar el poder, el Señor pronuncia unas palabras: “Al Señor tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto”.[3]
Jesús ha entrado en el drama humano, en la pobreza humana, desciende a los peligros que acechan al hombre, y por eso, va al desierto. Nicaragua, pidámosle a Jesús que no nos deje en el desierto y que no nos dejemos vencer por el demonio, antes bien, vencer el mar con la fuerza indestructible del bien. Así sea.
Fotografías: Manuel Antonio Obando Cortedano.
Diócesis Media