SEXTO DÍA DE LA NOVENA EN HONOR A SAN PEDRO APÓSTOL

 Iniciemos el sexto día de la novena en honor a San Pedro Apóstol diciendo, por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro, En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN:

Señor mío Jesucristo pensando en las lágrimas de profundo dolor que derramó, tu primado Apóstol San Pedro, después de su pecado, nosotros detestamos nuestros pecados por ser ofensas a tu Divina Majestad digno de todo amor. Al ver la fidelidad con que te sirvió el Apóstol después de su arrepentimiento, proponemos nunca más pecar; queremos imitar el dolor y el valor del gran Primado del Colegio Apostólico. Ayúdanos, buen Jesús mío, y que tú que estas en nuestras desilusiones y en nuestro dolor, nos disponemos para mejorar cada día, y con amor practicar esta Novena, confiando en obtener favor, viendo el remedio de nuestras necesidades. Amén.

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS:

Oh glorioso San Pedro, Príncipe de los Apóstoles y de la Iglesia Católica: por aquella obediencia con que al primer llamado dejaste cuanto tenías en el mundo para seguir a Cristo; por aquella fe con que creíste y confesaste por Hijo de Dios a tu Maestro; por aquella humildad con que, viéndole a tus pies, rehusaste que te los lavase; por aquellas lágrimas con que amargamente lloraste tus negaciones; por aquella vigilancia con que cuidaste como pastor universal del rebaño que se te había encomendado; finalmente, por aquella imponderable fortaleza con que diste por tu Redentor la vida crucificado, te suplicamos, Apóstol glorioso, por tu actual sucesor el Vicario de Cristo el Papa Francisco. Alcánzanos que imitemos del Señor esas virtudes tuyas con la victoria de todas nuestras pasiones; y concédenos especialmente el don del arrepentimiento para que, purificados de toda culpa, gocemos de tu amable compañía en la gloria. Amén.

CONSIDERACIÓN DÍA SEXTO: ORACIÓN MENTAL DE SAN PEDRO:

Considera cuán sublime sería la oración mental del príncipe de los Apóstoles. Estando el Santo en la ciudad de Jope, subió cierto día a lo alto y silencioso de una casa cercana al mar, en donde se hallaba hospedado para vacar con quietud al ejercicio de la oración: y arrebatado en éxtasis, tuvo aquella misteriosa visión que refiere San Lucas con todas sus maravillosas circunstancias, y en la que comprendió, ilustrado por el Espíritu Santo, que delante de Dios no hay acepción de personas, y que no solo a los Judíos, sino también a los Gentiles debía predicar el Evangelio; cuando habiendo muerto el Salvador por todos los hombres, ninguna Nación ni Pueblo quedaba excluida de tan gran beneficio. En efecto, San Pedro, usando ya de la potestad que nuestro Señor le había concedido, entregándole las llaves del Cielo, instruye y bautiza a Cornelio Centurión (que era Gentil), y a toda su familia; quedan admitidos en la Iglesia, y noticiosos los fieles de Jerusalén, glorificaron a Dios por haberse dignado de hacer participantes a los Gentiles como a los Judíos del don de la penitencia para conseguir la eterna salvación.

Demos gracias al Señor, que se ha dignado hacer maravilloso a nuestro Santo Apóstol, y tomemos la firme resolución de imitarle, deseando ser hombres de oración mental, de que tan distantes estamos. Tomemos finalmente la resolución de dedicarnos a la oración mental, tomando por guía a San Pedro, en cuanto sea compatible con las obligaciones de nuestro estado, y siendo la primera la de ser buen cristiano, nada la desempeña tan bien como el ejercicio de la oración, como enseñan las Santas Escrituras y Doctores místicos. Acordémonos en todas nuestras obras de los Novísimos, y siempre tengamos presente la eternidad, y no nos deslizaremos a pecar.

ACCIÓN DE GRACIAS Y PETICIÓN:

Gracias Señor por tu inmenso amor. Gracias por el inmenso don que nos concedes en la Iglesia, gracias porque nos has dejado a Pedro y sus sucesores y a los pastores que nos guían. En este día te pedimos especialmente por el Santo Padre y por3 nuestro obispo. Ayúdanos a nosotros también hacer un apóstol según nuestras capacidades y posibilidades. Amén.

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(En un momento de silencio pidamos al Señor por nuestras necesidades bajo la gloriosa intercesión de san Pedro).

PADRE NUESTRO, UN AVE MARÍA Y UN GLORIA:

ANTÍFONA DEL DÍA:

Príncipe de los apóstoles, Vela y cuida de todos nosotros con tu santa caridad.

(Se repite Tres veces).

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS:

Señor Jesús, que has elegido a San Pedro mientras pescaba en el lago. Él confió en Ti, Señor, y tú lo colmaste de la verdadera alegría. Lo pusiste como roca para edificar tu Iglesia, fuerte en la Caridad, y lo sostuviste con tu oración, para poder confirmarnos en la fe. Secaste sus amargas lágrimas para que su negación no se convirtiera en desesperación sino en confianza más cierta y más grande esperanza. Él pudo contemplar tu rostro transfigurado en el Tabor, y sufrir cerca de ti en Getsemaní. Bendice, Señor, nuestros sacerdotes, asiste a nuestros trabajadores, conforta a nuestros enfermos, mantiene unida nuestra parroquia, y danos una fe firme en la oración mutua, con lágrimas de amor a Ti y de arrepentimiento, para borrar nuestros pecados y alegramos de tu Palabra, luz que brilla en las tinieblas, hasta que él mismo, nuestro patrono aquí en la tierra, nos abra las puertas en el cielo. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén