Día Séptimo de la Novena al Niño Dios
Lector: Por tu Santa Virginidad y Concepción Inmaculada:
Pueblo: Purísima Virgen María, limpia mi corazón y mi carne.
Lector: En el nombre del + Padre del + Hijo y del + Espíritu Santo, Amén.
Ahora se canta o se reza este verso:
Ven Santo Espíritu, ven
Colma llena de tus dones
Quema, abrasa los corazones
De los fieles que en Ti creen.
ORACIÓN: Dulcísimo Niño mío, piedra preciosa y fundamental de la Santa Iglesia, que reprobada y despreciada de los hombres, vino a ser piedra angular de todo el edificio figurado misteriosamente en el Portal de Belén, en que naciste hermoso Peregrino, por no haber hallado en el mundo otro mejor albergue en que nacer. Ven a mi corazón y llenándolo del conocimiento de la verdad, haz que desprecie, por Ti, toda la pompa y vanidad del mundo. Amén.
Padre Nuestro; Ave María y Gloria al Padre…
Luego se canta o reza:
Cuando al corazón desciende
Jesús la verdad aprecia,
La vanidad se desprecia
Y la caridad se enciende.
ORACIÓN: Bellísima María, palacio del Espíritu Santo, Tálamo del Divino Esposo y Reclinatorio de la Santísima Trinidad, que habiendo sido casa de un corazón purísimo, fuiste hecho Templo de Dios y Tabernáculo de su Divinidad, llevando en tu vientre, ¡oh hermosa peregrina!, la más egregia hermosura del cielo, que no halló casa en la tierra en que nacer. Ven y hospédate en mi pecho y adornando mi corazón de pureza y santidad, hazlo templo y sagrario de tu Divino Hijo, mi Jesús. Amén.
Padre Nuestro; Ave María y Gloria al Padre…
Castísimo José, velo misterioso del más oculto y venerable Tabernáculo del Tálamo de María; llave de oro del testamento viejo a que se fiaron los más secretos misterios de la ley de gracia, pues no hallaste, hermoso Peregrino, quien te abriese las puertas de su casa cuando tu querida esposa no halló donde parir y tú amantísimo Hijo, lugar donde nacer. Ven a mi corazón y cubriéndolo con el velo de tu protección, abra sus puertas para que en él entre Jesús. Amén.
Padre Nuestro; Ave María y Gloria al Padre…
Luego se canta o reza:
Del Templo Tu eres el velo,
Del Testamento la llave,
Oh José cuanto en ti cabe
Y cuanto se fio a tu celo.
LECTOR. En un momento de silencio presentemos al Niño Jesús nuestras intenciones.
Día Séptimo de la Novena al Niño Dios:
Purísimo Jesús mío, que siendo sumo y eterno Sacerdote quisiste ser la víctima y el sacrificio, no vinieron al mundo en los dichosos tiempos de aquellos santos y puros sacerdotes de la santísima ley, sino en los infelices y más impíos que vio el orbe, los cuales te hicieron expirar en una cruz, después de haber nacido en un pesebre, porque no obstante de tener un templo tan magnífico mendigaste peregrino en el purísimo vientre de María, tu Santísima Madre, en compañía de José, tu adoptivo padre, y no hallaste una casa en que nacer. Por aquel afecto con que entonces te sacrificaste a tu Eterno Padre, tu corazón, te suplico me des un corazón puro y limpio de toda culpa; para que naciendo tú en él, por gracia sólo por ti se glorifique, en ti sólo te ofrezca, arda solo en tu amor y tu amor se sacrifique. Amén.
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ANTÍFONA:
¡Oh dulcísimo Jesús, Capitán y Caudillo de la casa de Jacob! Ven a formar un nuevo pueblo que te adore en espíritu y en verdad; ven Pastor Divino en busca de tus ovejas descarriadas e introdúcelas de nuevo en tu redil; ven que son tuyas, pues tan caro te cuestan y están a punto de perecer.
Lector: Venga el rocío del cielo y lluevan las nubes al justo.
Pueblo: Ábrase la tierra y de ella brote la justicia.
ORACIÓN FINAL: ¡Oh Dios misericordioso! Que para redimir al hombre determinaste hacerte hombre en el vientre purísimo de María. Por tan extraordinario favor con que nos has querido distinguir, te pido, te dignes concedernos, por tu felicísimo nacimiento, los frutos copiosísimos de tu redención. Tú, que vives y reinas, por los siglos de los siglos. Amén.