Novena al Espíritu Santo. Cuarto día

Novena al Espíritu Santo. Cuarto día

En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

OFRECIMIENTO.

(Pide por una intención especial en tu necesidad).

ORACIÓN.

Ven, Espíritu Divino manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.

ACTO DE CONSAGRACIÓN AL ESPÍRITU SANTO.

¡Oh Santo Espíritu, Espíritu Divino de luz y de amor! Yo te consagro mi inteligencia, corazón y voluntad, para el tiempo y para la eternidad. Que mi entendimiento sea siempre dócil a tus divinas inspiraciones y a las enseñanzas de la Santa Iglesia Católica, de la cual eres Tú su guía infalible; que mi corazón esté siempre inflamado en el amor de Dios y del prójimo; que mi voluntad se conforme siempre con la divina Voluntad; que toda mi vida sea imitación plenamente fiel de la vida y virtudes de Nuestro Señor y Salvado Jesucristo, a quien, en el Padre y contigo, Espíritu Divino, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Del santo Evangelio según San Lucas (4, 1; 13).

“Jesús lleno del Espíritu Santo, volvió de las orillas del Jordán y se dejó guiar por el Espíritu a través del desierto, donde estuvo cuarenta días y fue tentado por el diablo…Habiendo agotado todas las formas de tentación, el diablo se alejó de Él, para volver en el momento oportuno.” Palabra del Señor.

MEDITACIÓN DEL DÍA.

LA PRÁCTICA DE LAS PRÁCTICAS.

No hay casi acción alguna, ni ejercicio de virtud, en la vida humana y cristiana, que Jesucristo no haya realizado cuando estuvo en la tierra. Y si queremos hacer santamente nuestras acciones ofrezcámoslas en honor y unión de las suyas. Si te entregas al Espíritu al comenzar tus acciones, él te sugerirá otras. Te ruego que tengas en cuenta que la práctica de las prácticas, el secreto de los secretos, la devoción de las devociones, no consiste en apegarse a ninguna práctica o algún ejercicio particular de devoción, sino en tener un gran cuidado en todos tus ejercicios y acciones de entregarte al Espíritu Santo de Jesús y entregarte con humildad, confianza y desprendimiento de todas las cosas. De modo que, ya sin ningún apego a tu propio espíritu, y a tus propias devociones y disposiciones, él tenga pleno poder y libertad de actuar en ti según sus deseos, de poner en ti las disposiciones y sentimientos de devoción que él quiere, de modo que él te lleve por los caminos que bien le parezcan. Después de que te hayas entregado a él de este modo, él te hará fiel para recibir los sentimientos buenos y las disposiciones que pondrá en ti y para seguir su moción, su atractivo y su conducta.

Consideración del día Cuarto.

Nos enseña la teología que los hombres, después del pecado de Adán, han quedado incapacitados para hacer por sí mismos, y con las solas fueras de su naturaleza, ni siquiera podría sentir el deseo de ir al cielo. ¡Tan grande daño hizo el pecado en el mundo. La incapacidad de la humanidad a causa del pecado es tan completa que, como se lee en la Sagrada Escritura: “Nadie puede decir: ‘Jesús es el Señor’, sino guiado por el Espíritu Santo.” (1 Cor. 12, 3).
Es clara, por tanto, oh cristiano, tu entera dependencia del Espíritu Santo; de Él es de quien has de recibir la gracia necesaria para salvarte; sólo mediante Él podrás hacer obras que te merezcan la vida eterna del cielo. ¡Dichosos nosotros! Porque la bondad y misericordia infinitas del Padre y del Hijo nos enviaron su Espíritu todopoderoso; su impulso nos presta la ayuda que necesitamos para cumplir los deberes y practicar la virtud. Las almas en gracia son templos y moradas del Espíritu Santo. Por indolente y perezosa que fuera la voluntad del hombre, si la gracia de Dios habita en ella y cual viento impetuoso a ella desciende…queda llena, se despierta y se ve impedida a sacudir el letargo que la adormece. Ahora es cuando se entra sin reserva a la acción que la eleva y salva. Pidamos incesantemente a nuestro Dios para que se digne enviarnos a su Santo Espíritu, de quien depende el inapreciable don de nuestra salvación eterna.

Antífona: ¡Espíritu Santo, te pido que seas mi única devoción!

Oración para Implorar los Dones del Espíritu Santo.

Señor mío Jesucristo, que antes de ascender a los cielos, prometiste a tus apóstoles y discípulos enviar el Espíritu Santo para fijar en sus almas tu obra divina y redentora, te suplicamos: nos envíes a nosotros el mismo Santo Espíritu para que complete en las nuestras la obra de tus gracias y de tu amor. Desciendan copiosos a nosotros sus dones celestiales: la Sabiduría, para despreciar las cosas perecederas del mundo y sólo anhelar las eternas; el Entendimiento, que ilumine nuestras mentes con la luz de las verdades; el Consejo, que nos dé acierto en la elección de los medios más seguros para agradar a Dios y merecer el cielo; la Fortaleza, que nos ayude a soportar las cruces de la vida y a superar los obstáculos que se opongan a nuestra salvación; la Ciencia, que da el conocimiento de Dios y de nosotros mismos y que los Santos poseyeron; la Piedad, que hace dulce y agradable tu servicio; el Temor reverente para con Dios y sus mandamientos y que conduce a evitar todo aquello que pueda desagradarle y ofenderle. Suplicándote, en fin, o dulce y amable Señor, que dejes impresa en nuestras almas la señal de tus verdaderos seguidores y un ardiente deseo de amarte sobre todas las cosas. Amén.

Padrenuestro, Avemaría, Gloria.


Oración final.

Oh Dios, que has unido las naciones en la confesión de tu nombre, concédenos que los que han renacido por el agua del bautismo, tengan la misma fe en sus corazones y la misma piedad en sus acciones. Oh Dios, que enviaste el Espíritu Santo a los apóstoles, oye las oraciones de tus fieles para que gocen de la verdadera paz, quienes por tu gracia, han recibido el don de la verdadera fe. Te suplicamos, oh Dios, que tu Santo Espíritu encienda en nuestros corazones esa llama que Cristo trajo a la tierra y deseó ardientemente fuera encendida. Inflama, oh Señor, nuestros corazones con el fuego del Espíritu Santo, para que te sirvamos castos de cuerpo y limpios de corazón. Enriquece, Señor, nuestros corazones derramando con plenitud tu Santo Espíritu por cuya sabiduría fuimos creados y por cuya providencia somos gobernados. Te suplicamos, oh Dios Todopoderoso y Eterno, que tu Santo Espíritu nos defienda y habite en nuestras almas, para que al fin, seamos los templos de su gloria. Te pedimos, Señor, que según la promesa de tu Hijo, el Espíritu Santo nos lleve al conocimiento pleno de toda la verdad revelada. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Puedes Leer: Monseñor Alvarez en Jornada de las Comunicaciones se une a mensaje del Papa Francisco y del Cardenal Brenes