CUARTO DÍA DE LA NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED

Hoy es el cuarto día del novenario en honor a nuestra patrona virgen de la Merced. ¡Ave María Purísima! ¡sin pecado concebida¡ 

Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. 

INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO.  

Ven Espíritu Santo llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu. Que renueve la faz de la Tierra. 

Oh Dios, que llenaste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo; concédenos que, guiados por el mismo Espíritu, sintamos con rectitud y gocemos siempre de tu consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén. 

ACTO DE CONTRICIÓN.  

¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén. 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS.  

¡Oh! Virgen Santísima de las Mercedes, Redentora de Cautivos y Reina de los cielos y tierra: Ante tu altar postrados, aquí estamos para solicitar tus auxilios y pedir tu bendición de Madre. No nos abandones. Ruega al Señor por nosotros y sigue ejercitando tu oficio de Patrona y abogada nuestra. Todo lo esperamos de Jesucristo en quien confiamos y de tu benigna y amorosa protección, que en tantas ocasiones nos ha librado del mal. Atiende a nuestra súplica y remedia la necesidad que en esta novena te presentamos. Amén. 

Puedes leer: Protocolo de Reapertura en Fase Inicial de Transición

DÍA CUARTO: QUE EXPERIMENTEMOS EL PODER CELESTIAL DEL NOMBRE Y DEVOCIÓN DE NUESTRA SEÑORA DE MERCED.  

ORACIÓN DEL CUARTO DÍA.  

¡Dulcísimo Jesús, Dios infinito, hijo Unigénito de María!; pues manifestaste a los hombres que te es agradable el título de la Merced con que veneramos a tu Santísima Madre: haz, Señor, que experimentemos el Poder de este celestial nombre y singular devoción, y que la Reina del cielo y tierra nos defienda del enemigo infernal y de todas sus asechanzas y tentaciones, para que acertemos a servirte en esta vida y después podamos cantarte himnos de alabanza por toda la eternidad. Amén. 

REFLEXIÓN DEL CUARTO DÍA : MARÍA, VIRGEN DE LA ESPERANZA.  

 Cuando el Dios de la promesa se había vuelto silencio para Isabel, María esperaba; esperaba en la oración, esperaba recordando la promesa, con la esperanza cierta de que se cumpliría porque Dios, que es fiel, no abandona a los que lo aman. 

 Esta esperanza se volvió compromiso en la Anunciación, cuando Dios la visitó para hacerla fecunda; María creyó porque esperaba. 

 Es la misma esperanza que la sostuvo pie junto a la cruz, porque sabía que allí no terminaba todo, que Jesús resucitaría. 

 María esperó contra toda esperanza. Esperó, en medio de un pueblo dominado, la liberación definitiva. Esperó frente a la muerte de su Hijo la vida para siempre. Esperó en medio del color y la pobreza; en la angustia y el silencio. Pero su espera no fue de brazos cruzados. Esperó orando; esperó comprometiéndose; esperó sirviendo, amando, esperó caminando junto a Jesús hacia el calvario; esperó buscando la patria verdadera; esperó con la lámpara encendida; esperó alerta, como espera el centinela. 

 Por eso hoy, en medio de un mundo que sufre, María nos invita a la esperanza. En medio del dolor, la violencia, el hambre y la pobreza, la enfermedad y la muerte, María nos habla de esperanza, y su palabra suena sincera porque ella conoció todo esto y esperó con alegría. Ella nos dice que todas estas realidades no son definitivas, a pesar de todo, vivir alegres, trabajar por un orden nuevo y no perder nunca la esperanza, porque Cristo ha resucitado, ha vencido al mundo dándonos vida y vida para siempre. 

 María fue llevada al cielo y con su Asunción nos llama a la esperanza. Como ella. Nosotros llegaremos un día junto al Padre. Mientras tanto, caminaremos son instalarnos, sin aferrarnos a los bienes materiales, a los valores de este mundo, sino que libres, como María, peregrinemos llenos de esperanza. 

PRECES.  

Oremos al padre que en Cristo resucitado nos ha dado la señal más clara de que podemos tener esperanza y digámosle: 

PADRE, ENSÉÑANOS A ESPERAR TRABAJANDO POR TU REINO.  

  • Frente a la violencia de los hombres que avanzan por la vida oprimiendo a otros… 
  • Frente a la violencia de quienes quieren imponer sus ideas por la fuerza… 
  • Frente a la comodidad de no comprometernos contigo y con Cristo, tu Hijo… 
  • Frente a la tentación de no querer trabajar por un mundo más humano y cristiano… 
  • Frente a la tentación de esperarlo todo de lo demás… 
  • Frente a la falta de confianza en tu gracia que nos impulsa a entregarnos… 
  • Frente a todos los ídolos del poder, del placer y la riqueza que nos enseñan reemplazándote a Ti, único Dios verdadero y digo de esperanza… 

Oración: Padre Misericordioso, que enviaste a tu Hijo para liberar a los hombres, cautivos del mal y del pecado, concede a nuestra familia mercedaria socorrer con activa caridad a nuestros hermanos necesitados y guiarlos a la libertad que Cristo nos mereció en su sacrificio. Amén. 

COMPROMISO  DEL CUARTO DÍA

  Que mi esperanza no sea indiferente sino, que como en María, sea compromiso, oración, servicio y alegría. 

SALUTACIONES.  

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Hija del Eterno Padre y te consagro mi alma con todas sus potencias. Dios te salve, María… 

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Madre de Dios Hijo y te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Dios te salve, María… 

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Esposa del Espíritu Santo y te consagro mi corazón con todos sus afectos, pidiéndote que me obtengas de la santísima trinidad todos los medios y gracias que necesito para mi salvación eterna. Dios te salve, María… Gloria al Padre…).  

En un momento de silencio pidamos la gracia que se deseamos obtener por intercesión de nuestra Madre santísima Nuestra señora de la Merced.

ORACIÓN FINAL.  

Acudimos a ti, gloriosa madre de misericordia, para implorar una vez más tu auxilio, pidiendo la conversión de los pecadores, la estabilidad cristiana de la familia, la paz de tus hijos y el descanso eterno de nuestros queridos difuntos. Ruega por todos, Virgen bendita de las Mercedes. Amén. 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡¡¡Viva Nuestra señora de la Merced!!!

¿Por quién Matagalpa es bendita? ¡Por Mercedes, nuestra patroncita!! ¡¡¡María de Matagalpa!!!