DIA SEXTO DE LA NOVENA EN SUFRAGIO POR LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO

DÍA SEXTO.

Por la señal de la santa Cruz de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen

INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Ven Espíritu Santo llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu. Que renueve la faz de la Tierra. Oh Dios, que llenaste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo; concédenos que, guiados por el mismo Espíritu, sintamos con rectitud y gocemos siempre de tu consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN.

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, solo por quien sois, porque os amo sobre todas las cosas, conociendo lo mucho que he pecado por mi culpa, una y mil veces, digo que de haberos ofendido me pesa; misericordia Dios mío, misericordia. Propongo firmemente la enmienda de mi vida, ayudado por vuestra divina gracia, Amén.

OFRECIMIENTO PARA TODOS LOS DÍAS.

¡Padre celestial! que para salvar las almas quisisteis que vuestro Hijo unigénito, haciéndose hombre, se sujetase a la vida más pobre y mortificada y derramase su sangre en la cruz por nuestro amor! ¿Cómo dejarías sufrir largo tiempo en el purgatorio a unas almas que tanto costaron a Jesucristo y que son vuestras hijas amadísimas? Compadeceos, pues, de estas pobrecitas almas y libradlas de sus penas y tormentos. Miradnos a todos, vivos y difuntos, con ojos de compasión y haced que celebremos un día vuestras misericordias en el eterno descanso de la gloria.- Amén.

CONSIDERACIÓN DÍA SEXTO.

Cuanto mayor es el consuelo que aquellas benditas almas les causa el recuerdo de la Pasión de Jesucristo, por cuya virtud se salvaron, y del Santísimo Sacramento del Altar, que les proporcionó y aún les proporciona tantas gracias, por medio de misas y comuniones tanto más les atormenta el pensamiento de no haber correspondido en vida a estos dos grandes beneficios del amor de Jesucristo. ¡Oh Dios mío! Vos moristeis también por mí, y os habéis dado muchas veces a mí en la sagrada comunión, y yo siempre os he correspondido con negra ingratitud; oh Supremo Bien mío! me arrepiento muy de todo corazón de haberos ofendido y con vuestra gracia propongo la enmienda.

Es verdad que las Almas del Purgatorio padecen imponderables penas, y sin mérito, pero las padecen con una paciencia y serenidad admirables. Conocen a Dios con luz perfectísima, le aman con purísimo amor y desean ardentísimamente poseerlo, pero al ver sus faltas, bendicen y adoran la mano justa y amorosa de Dios misericordia.

Señor; cuando pecamos no temimos vuestro poder y justicia, frustramos los designios de vuestro amor y sabiduría, despreciamos vuestra majestad y grandeza, y ofendimos vuestras perfecciones infinitas. Te reconoces deudor a la Justicia divina de horribles penas por los pecados enormes que cometiste en la vida pasada, y por las innumerables faltas en que, al presente, caes todos los días. Ahora podías expiar tus culpas fácilmente,
y con mucho más mérito tuyo: una confesión bien hecha, una Misa bien oída, un trabajo sufrido con paciencia, una ligera mortificación, una limosna, una indulgencia, un Vía Crucis hecho con devoción, podría excusarte espantosos suplicios; y tú todo lo descuidas, todo lo dejas para la otra vida.

En un breve silencio meditamos lo dicho y encomendemos a Dios las Ánimas de nuestra mayor obligación y pidamos por la intercesión de María Santísima y su fiel esposo san José, la gracia que deseamos conseguir en esta Novena.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

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LAMENTOS.
¡Ay de mí, ay, Dios severo, ay llama voraz, activa, ay bien merecido fuego, ay conciencia, siempre viva, ay justicia, que no cesa, ay cuándo se ha de acabar! Que Dios nos saque de penas y nos lleve a descansar.
¡Ay culpa, lo que me cuestas, no imaginé tu fiereza, pues con tal tormento pago lo que juzgué ligereza! ¡Cielos, piedad, basta, cielos! ¿Cuándo el día ha de llegar? Que Dios nos saque de penas y nos lleve a descansar.
Todo lo que aquí padezco, es justo, santo y debido, pues no se purga con menos, haber a un Dios ofendido, ¡Ay, que puede no ofenderle! ¡Ay, que no hay más que esperar! Que Dios nos saque de penas, y nos lleve a descansar.
Padres, hermanos, amigos: ¿dónde está la caridad? ¿Favorecéis a un extraño y para mí no hay piedad? ¡Ea, venga una limosna, siquiera sea el rogar! Que Dios nos saque de penas y nos lleve a descansar.

PROPÓSITO DEL DÍA.
El mayor sufragio que reclaman las benditas Ánimas, el más necesario para nosotros y el más adepto a Dios es hacer una buena confesión, sin callar pecado alguno al confesor. Haré un buen examen de conciencia y me confesaré en cuanto fuere posible.

ORACIÓN FINAL.
Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito. Amén.
Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. Amén.
Dales, Señor el descanso eterno: R. Y brille para ellas la Luz perpetua.
Que descansen en paz.
R. Así sea.
Que las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios descansen en paz. Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén