Día séptimo de novenario en sufragio de las benditas almas del purgatorio. Por la señal de la santa Cruz de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Ven Espíritu Santo llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu. Que renueve la faz de la Tierra. Oh Dios, que llenaste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo; concédenos que, guiados por el mismo Espíritu, sintamos con rectitud y gocemos siempre de tu consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, solo por quien sois, porque os amo sobre todas las cosas, conociendo lo mucho que he pecado por mi culpa, una y mil veces, digo que de haberos ofendido me pesa; misericordia Dios mío, misericordia. Propongo firmemente la enmienda de mi vida, ayudado por vuestra divina gracia, Amén.
OFRECIMIENTO PARA TODOS LOS DÍAS
¡Padre celestial! que para salvar las almas quisisteis que vuestro Hijo unigénito, haciéndose hombre, se sujetase a la vida más pobre y mortificada y derramase su sangre en la cruz por nuestro amor! ¿Cómo dejarías sufrir largo tiempo en el purgatorio a unas almas que tanto costaron a Jesucristo y que son vuestras hijas amadísimas? Compadeceos, pues, de estas pobrecitas almas y libradlas de sus penas y tormentos. Miradnos a todos, vivos y difuntos, con ojos de compasión y haced que celebremos un día vuestras misericordias en el eterno descanso de la gloria. Amén.
CONSIDERACIÓN DÍA SÉPTIMO
Aumentan también las penas de aquellas benditas almas todos los beneficios particulares que recibieron de Dios, como el haber recibido el bautismo, el haber nacido en país católico, el haberles esperado Dios a penitencia y alcanzar el perdón de sus pecados tantas veces; porque todos esos favores les hacen conocer mejor la ingratitud con que han correspondido a Dios.
¡Dios mío! ¿Quién ha sido más ingrato que yo? Vos me habéis esperado con tanta paciencia, me habéis perdonado tantas veces con amor, y yo, después de tantas promesas, os he vuelto a ofender. Tened piedad de mi alma y piedad de las del Purgatorio, que por sus muchas culpas se han hecho menos acreedoras a vuestra misericordia. Y Vos, oh Madre de misericordia, mitigad con vuestro poder sus sufrimientos.
MEDITACIÓN DEL DÍA SÉPTIMO: DESCUIDO DE LOS MORTALES EN ALIVIAR A LAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO
¡Pobres Almas! ¡Están padeciendo tormentos y penas inexplicables; no pueden merecer, ni esperar alivio sino de los vivos; y éstos, ingratos, no cuidan de ellas! Tienen en el mundo tantos hermanos, parientes y amigos, y no hallan, como José, un Rubén piadoso que las saque de aquella profunda cisterna. Sus tinieblas son más dolorosas que la ceguedad de Tobías, y no encuentran un Rafael que les dé la vista deseada, para contemplar el rostro hermosísimo de Dios. Se abrazan en más ardiente sed que el criado de Abraham, y no hallan una oficiosa Rebeca que se la alivie. Son infinitamente más desgraciadas que el caminante de Jericó y el paralítico del Evangelio; mas no encuentran un Samaritano, u otra persona compasiva que las consuele.
En un breve silencio meditamos lo dicho y encomendemos a Dios las Ánimas de nuestra mayor obligación y pidamos por la intercesión de María Santísima y su fiel esposo san José, la gracia que deseamos conseguir en esta Novena. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
LAMENTOS
Hijo ingrato que paseas tan ricamente vestido, y a costa de mis sudores descansas en tanto olvido: ¡mira a tu padre quemando, y lo puedes remediar! Que Dios nos saque de penas y nos lleve a descansar.
Quizá en ti sería arbitrario, no obligación de justicia; pues no cumples testamento, aquí estoy por tu malicia; abre los ojos, despierta, paga, haciendo acelerar: Que Dios nos saque de penas y nos lleve a descansar.
Hermanos en Jesucristo, los que oís estos suspiros, si queréis, podéis sacarnos de estos lóbregos retiros, a la Virgen y a los santos pedidles quieran mediar: Que Dios nos saque de penas y nos lleve a descansar.
De Getsemaní en el Huerto sangre sudó el Redentor, contemplando de estas penas el gran tormento y rigor: al Padre Eterno se ofrece, no cesando allí de orar: Que Dios nos saque de penas y nos lleve a descansar.
PROPÓSITO DEL DÍA SÉPTIMO
Hacer una limosna en sufragio de las Almas del Purgatorio y pedir perdón de corazón si he ofendido a alguien.
ORACIÓN FINAL
Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito. Amén.
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Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. Amén.
Dales, Señor el descanso eterno: R. Y brille para ellas la Luz perpetua. Que descansen en paz. R. Así sea.
Que las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios descansen en paz. Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.