Hoy es el Octavo día del novenario en honor a nuestra patrona virgen de la Merced. ¡Ave María Purísima! ¡sin pecado concebida¡
Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO.
Ven Espíritu Santo llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu. Que renueve la faz de la Tierra.
Oh Dios, que llenaste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo; concédenos que, guiados por el mismo Espíritu, sintamos con rectitud y gocemos siempre de tu consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN.
¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS.
¡Oh! Virgen Santísima de las Mercedes, Redentora de Cautivos y Reina de los cielos y tierra: Ante tu altar postrados, aquí estamos para solicitar tus auxilios y pedir tu bendición de Madre. No nos abandones. Ruega al Señor por nosotros y sigue ejercitando tu oficio de Patrona y abogada nuestra. Todo lo esperamos de Jesucristo en quien confiamos y de tu benigna y amorosa protección, que en tantas ocasiones nos ha librado del mal. Atiende a nuestra súplica y remedia la necesidad que en esta novena te presentamos. Amén.
OCTAVO DÍA: NUESTRA SEÑORA DA CONSUELO A LOS AFLIGIDOS Y LIBERTAD A LOS CAUTIVOS CRISTIANOS.
ORACIÓN DEL OCTAVO DÍA.
Amantísimo Dios y piadoso Señor, que para librar del castigo de la muerte a tu siervo
Nabal, dispusiste que bajara del monte la prudente Abigail, para postrarse ante el Rey
David; te suplicamos rendidamente que por los ruegos de la hermosísima y prudente Virgen María de la Merced, tu Madre, que bajó del monte de la gloria a la ciudad de Barcelona para dar consuelo a todos los afligidos y libertad a los cautivos cristianos, nos libres de todo peligro de cuerpo y alma y nos concedas entrada segura en la gloria celestial. Amén.
REFLEXIÓN DEL OCTAVO DÍA: MARÍA, MODELO DEL CRISTIANO DE HOY. El cristiano de nuestro tiempo es un cristiano que quiere participar de una manera activa, con poder de decisión en la sociedad. No quiere vivir al margen del mundo, indiferente a sus problemas; sino que quiere vivir inmerso en él; palpitar con él. Quiere secundar con espíritu evangélico las energías liberadoras del hombre de hoy.
La figura de María aparece como un modelo claro y perfecto del cristiano de hoy. Ella no defrauda las esperanzas del hombre contemporáneo, sino que, por el contrario, puede ser tomada como espejo de estas esperanzas.
Ella no es una espectadora pasiva de la historia humana. Ella es protagonista junto a Jesús de esa historia, participando de una manera activa y responsable en la obra de la redención.
María de Nazaret no es mujer dubitativa, indecisa, temerosa. Su sí en la Anunciación fue un sí decidido. Fue mujer que no dudó en proclamar que Dios es vindicador de los humildes y de los oprimidos y que derriba de sus tronos a los poderosos. María es la mujer fuerte que conoció la pobreza y el sufrimiento, la huida y el exilio. Fue una mujer de acción: no solo escuchó la palabra de Dios, sino que la puso en práctica. Fue mujer que amó hasta el heroísmo; sino, mirémosla ahí de pie junto a la cruz. Ella, María, ofrece al cristiano de hoy el modelo perfecto del discípulo del Señor: constructor de la sociedad terrena, pero peregrino hacia la patria verdadera; promotor de la justicia que libera al oprimido y de la caridad que socorre al necesitado, pero sobre todo testigo activo del amor que edifica a Cristo en los corazones.
PRECES.
Presentemos nuestra oración al Señor Jesús por medio de María, modelo de todo cristiano. Digamos:
¡JESÚS, CAMINO, VERDAD Y VIDA, ESCÚCHANOS!
- Señor, aumenta y haz fuerte nuestra fe en Ti, ayúdanos a vivir claramente como seguidores tuyos y a dar testimonio de tu mensaje y de tu redención. Roguemos al Señor.
- Señor, enciende nuestros corazones e ilumina nuestra inteligencia para que busquemos los caminos que te permitan penetrar en todos los ambientes. Roguemos al Señor.
- Señor, como María, tu madre, haznos diligentes en el servicio de nuestros hermanos, testigos de la verdad, centinelas de la justicia, constructores de un mundo mejor. Roguemos al Señor.
- Señor, ayúdanos a vivir con valentía, como tu madre, el combate por la fe, en la pobreza, en las dificultades, en la soledad y en la cruz. Roguemos al Señor.
Oración: Señor Jesucristo, Redentor del hombre, míranos a quienes estamos reunidos para celebrar a tu Madre, bajo el título de la Merced y concédenos tu Espíritu, para que socorramos con activa caridad a nuestros hermanos necesitados y los guiemos a
la libertad que Tú nos mereciste con tu sacrificio. Amén.
COMPROMISO DEL OCTAVO DIA
Imitar a María, viviendo el evangelio y participando de una manera activa en la sociedad de nuestro tiempo.
SALUTACIONES.
Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Hija del Eterno Padre y te consagro mi alma con todas sus potencias. Dios te salve, María…
Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Madre de Dios Hijo y te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Dios te salve, María…
Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Esposa del Espíritu Santo y te consagro mi corazón con todos sus afectos, pidiéndote que me obtengas de la santísima trinidad todos los medios y gracias que necesito para mi salvación eterna. Dios te salve, María… Gloria al Padre…).
En un momento de silencio pidamos la gracia que se deseamos obtener por intercesión de nuestra Madre santísima Nuestra señora de la Merced en este octavo día.
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ORACIÓN FINAL.
Acudimos a ti, gloriosa madre de misericordia, para implorar una vez más tu auxilio, pidiendo la conversión de los pecadores, la estabilidad cristiana de la familia, la paz de tus hijos y el descanso eterno de nuestros queridos difuntos. Ruega por todos, Virgen bendita de las Mercedes. Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
¡¡¡Viva Nuestra señora de la Merced!!!
¿Por quién Matagalpa es bendita? ¡Por Mercedes, nuestra patroncita!! ¡¡¡María de Matagalpa!!!