NOVENO DÍA DE LA NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED

Hoy es el noveno día del novenario en honor a nuestra patrona virgen de la Merced. ¡Ave María Purísima! ¡sin pecado concebida¡ 

Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. 

INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO.  

Ven Espíritu Santo llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu. Que renueve la faz de la Tierra. 

Oh Dios, que llenaste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo; concédenos que, guiados por el mismo Espíritu, sintamos con rectitud y gocemos siempre de tu consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén. 

ACTO DE CONTRICIÓN.  

¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén. 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS.  

¡Oh! Virgen Santísima de las Mercedes, Redentora de Cautivos y Reina de los cielos y tierra: Ante tu altar postrados, aquí estamos para solicitar tus auxilios y pedir tu bendición de Madre. No nos abandones. Ruega al Señor por nosotros y sigue ejercitando tu oficio de Patrona y abogada nuestra. Todo lo esperamos de Jesucristo en quien confiamos y de tu benigna y amorosa protección, que en tantas ocasiones nos ha librado del mal. Atiende a nuestra súplica y remedia la necesidad que en esta novena te presentamos. Amén. 

NOVENO DÍA: QUE NUESTRA SEÑORA DERRAME SOBRE TODOS SUS DEVOTOS LA LLUVIA DE SUS BONDADES.  

ORACIÓN PARA EL NOVENO DÍA.  

Dios y Señor de todo el Universo, que compadecido de nuestras miserias te dignaste bajar a redimirnos de la esclavitud del pecado haciéndote hombre en las purísimas entrañas de María; te rogamos por ese infinito amor tuyo, que pues elegiste a la Virgen Madre tan pura y tan misericordiosa, hagas que ella derrame sobre todos tus devotos la lluvia de sus bondades, para que mereciendo subir por la senda de las virtudes, logremos, por la intercesión de la virgen María de la Merced, gozar de la Bienaventuranza Eterna, adorándote en tus moradas celestiales, donde vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo, y eres Dios por los siglos de los siglos. Amén. 

REFLEXIÓN DEL NOVENO DÍA: NUESTRA SEÑORA DE LA PASCUA. 

 Nuestra Señora de la Pascua nos abre caminos de alegría y esperanza. No precisamente de alegrías fáciles o esperanzas superficiales y pasajeras. Sino de alegrías y esperanzas que nacen de la cruz y echan raíces hondas de caridad auténtica y duradera. María nos enseñará a amar con sinceridad, a rezar de veras, a sufrir con serenidad, a servir con alegría, a esperar contra toda esperanza. 

 La Pascua de nuestra Señora –su Gloria Asunción a los celos- nos hace participar en su dicha de glorificación y nos hace sentirla muy profundamente como “signo de esperanza pascual de Jesús”, nos hace sentirla como “signo de esperanza segura y de consuelo”. Nuestra Señora de la Pascua nos introduce en el misterio pascual de Jesús, nos hace vivir con intensidad su hora, que es la nuestra, nos enseña a saborear la cruz y a gustar la alegría del Espíritu. 

 Nuestra Señora de la Pascua –al introducirnos profundamente en el misterio pascual de su Hijo- nos hace sustancialmente pobres y felices, serenos y fuertes, alegres y llenos de esperanza. Contemplar a nuestra Señora de la Pascua es meternos en su corazón fiel para gritar: “Salve, oh cruz, nuestra única esperanza”. A partir de allí el Espíritu pone en nuestros labios: “Resucitó Cristo, mi esperanza”.  

 La Resurrección de Cristo es nuestra alegría y nuestra esperanza. Alegría y esperanza que vemos realizada en María asunta a los cielos. Alegría y esperanzaron la que queremos festejar Nuestra Madre de la Merced, para cuya fiesta nos hemos preparado a lo largo de estos días. Sí, festejemos con alegría y esperanza a nuestra Madre porque ella se hace presente entre nosotros para consolarnos para liberarnos, para fortalecer nuestra fe. 

PRECES.  

Hermanos, a Cristo vivificador por el Espíritu, convertido en fuente de vida y salvación, aclamémoslo con María diciendo: 

¡SE ALEGRA MI ESPÍRITU EN DIOS MI SALVADOR!  

  • Señor Jesucristo, que en María nos muestras el fruto perfecto de la Redención, te damos gracias porque nos devolviste la condición de hijos de Dios; ayúdanos a descubrir con alegría cada día tu presencia salvadora. Roguemos al Señor. 
  • Señor Jesucristo, que has querido quedarte con nosotros en la celebración de la Eucaristía, enséñanos a vivirla con espíritu atento, con disposición activa y con alegría de corazón. Roguemos al Señor. 
  • Señor Jesucristo, que entregaste libremente tu vida por nosotros y fuiste resucitado por el Padre, enséñanos a unirnos con nuestro servicio y sacrificio a tu cruz para que podamos recibir la vida nueva en nosotros. Roguemos al Señor. 
  • Señor Jesucristo, tú que sufres tu cruz en cada hombre perseguido, enfermo, pobre, despreciado: concédenos ver tu rostro en nuestros hermanos y visitarte, ayudarte y servirte en ellos. Roguemos al Señor. 

Oración: Señor Jesucristo, Redentor del hombre, míranos a quienes estamos reunidos para celebrar a tu Madre, bajo el título de la Merced y concédenos tu Espíritu, para que socorramos con activa caridad a nuestros hermanos necesitados y los guiemos a la libertad que Tú nos mereciste con tu sacrificio. Amén. 

COMPROMISO DEL NOVENO DÍA

Vivir en profundidad, con alegría y esperanza la fiesta de María de la Merced. 

SALUTACIONES.  

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Hija del Eterno Padre y te consagro mi alma con todas sus potencias. Dios te salve, María… 

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Madre de Dios Hijo y te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Dios te salve, María… 

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Esposa del Espíritu Santo y te consagro mi corazón con todos sus afectos, pidiéndote que me obtengas de la santísima trinidad todos los medios y gracias que necesito para mi salvación eterna. Dios te salve, María… Gloria al Padre…).  

En un momento de silencio pidamos la gracia que se deseamos obtener por intercesión de nuestra Madre santísima Nuestra señora de la Merced.

Puedes Leer:“La injusticia tiene su origen en el corazón del hombre”. Mons. Alvarez

ORACIÓN FINAL.  

Acudimos a ti, gloriosa madre de misericordia, para implorar una vez más tu auxilio, pidiendo la conversión de los pecadores, la estabilidad cristiana de la familia, la paz de tus hijos y el descanso eterno de nuestros queridos difuntos. Ruega por todos, Virgen bendita de las Mercedes. Amén. 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡¡¡Viva Nuestra señora de la Merced!!!

¿Por quién Matagalpa es bendita? ¡Por Mercedes, nuestra patroncita!!

¡¡¡María de Matagalpa!!!