Hoy jueves 20 de agosto celebramos la memoria obligatoria de san Bernardo, abad y doctor de la Iglesia. Nace en el 1090 en “Fontaine” – Francia y muere el 20 de agosto de 1153, después de estudiar gramática y retórica, a los 22 años recibió la llamada del Señor, para ingresar al monasterio, fundado por Roberto Molesmes en Citeaux (“Cistercium”, en latín, de donde viene el apelativo de cistercienses). Luego de algunos años, Bernardo fundó el monasterio de Claraval, acompañado por 12 monjes, de los cuales, uno era primo y otro tío. Serían muchos los parientes que vivieron religiosamente por su testimonio.
Son muy notables sus enseñanzas sobre nuestro Señor Jesucristo y la Virgen María. Para el abad cisterciense, Cristo es todo: «Cuando discutes o hablas, nada tiene sabor para mí, si no siento resonar el nombre de Jesús». (Sermones en “Cantica Canticorum” XV). Esta es una de sus afirmaciones, en contra de los nominalistas y racionalistas, que fueron algunas de las corrientes filosóficas de la época.
San Bernardo, enseña que debemos pensar e invocar a la Santísima Virgen, en los peligros, angustias, incertidumbres. Recordar constantemente el ejemplo de su vida. Si la seguimos, no nos desviaremos; si la invocamos, no desesperaremos; si ella nos sostiene, no caemos; si ella te es propicia, llegarás a la meta. (Cfr. Hom. ii “super Missus est”, 17: PL 183, 70-71).
El Papa Alejandro III lo proclama santo en 1174. El Papa Pio XII le dedica una carta encíclica titulada “Doctor Mellifluus”, en la cual se recuerdan en particular, estas palabras de Bernardo: «Jesús es miel en la boca, cántico en el oído, júbilo en el corazón». «El doctor melífluo, último de los padres, pero ciertamente, no inferior a los primeros se distinguió por tales dotes de mente y de ánimo, que Dios añadió abundancia de dones celestes».
El Papa Benedicto XVI enseña que, para san Bernardo, «La fe es ante todo encuentro personal íntimo con Jesús, es hacer experiencia de su cercanía, de su amistad, de su amor, y sólo así se aprende a conocerlo cada vez más, a amarlo y seguirlo cada vez más» (Catequesis 21/10/09) y esto es válido para todos los cristianos.
San Bernardo ha sido nombrado patrono de varias regiones y ciudades europeas, de los apicultores y fabricantes de velas; protector contra las obsesiones, las enfermedades de infancia, las enfermedades de los animales, contra las tormentas y el mal tiempo, y para invocar en la hora de la muerte. Que el ejemplo de este Santo nos ayude a seguir dando razones de nuestra fe, evangelizando con palabras adecuadas, corrigiendo al que hierra y seguir creciendo en íntima relación con Jesús y la Virgen María, a través de la oración.
Movimiento de monjes que reformaron la vida de los monasterios, ante los abusos de poder y enriquecimiento, en monasterios durante la época. La pobreza, la austeridad, la soledad, la oración y el trabajo fueron las notas dominantes de esta reforma que, con la anterior, perduró durante muchos siglos para el bien de la Iglesia.
Puedes leer: La caridad cristiana está por encima de toda diferencia
Melífluo, del latín “mellifluus”, que destila miel. El adjetivo melífluo lo podemos utilizar para expresar que, tiene miel o es parecido a ella en sus propiedades. También para calificar a algo o alguien como dulce, suave, delicado y tierno en el trato o en la manera de hablar.