TERCER DÍA DE LA NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED

Hoy es el Tercer día del novenario en honor a nuestra patrona virgen de la Merced.

¡Ave María Purísima! ¡sin pecado concebida¡ Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO.  

Ven Espíritu Santo llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu. Que renueve la faz de la Tierra. 

Oh Dios, que llenaste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo; concédenos que, guiados por el mismo Espíritu, sintamos con rectitud y gocemos siempre de tu consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén. 

ACTO DE CONTRICIÓN.  

¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén. 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS.  

¡Oh! Virgen Santísima de las Mercedes, Redentora de Cautivos y Reina de los cielos y tierra: Ante tu altar postrados, aquí estamos para solicitar tus auxilios y pedir tu bendición de Madre. No nos abandones. Ruega al Señor por nosotros y sigue ejercitando tu oficio de Patrona y abogada nuestra. Todo lo esperamos de Jesucristo en quien confiamos y de tu benigna y amorosa protección, que en tantas ocasiones nos ha librado del mal. Atiende a nuestra súplica y remedia la necesidad que en esta novena te presentamos. Amén. 

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DÍA TERCERO: QUE CONSIGAMOS VERNOS LIBRES DE LOS RIGORES DE TU  JUSTICIA.  

ORACIÓN DEL TERCER DÍA.  

Poderosísimo Señor y Padre compasivo que después de librarlos del cautiverio, diste a los israelitas una columna de esperanza y consuelo, pues durante el día, en forma de nube los defendía de los rayos y ardores del sol, y por la noche, en figura de fuego, les iluminaba para librarlos de todo riesgo y peligro; humildemente te suplico por mediación de María Santísima de la Merced, que consigamos vernos libres de los rigores de tu justicia y merezcamos, por tu piedad, el fuego del divino amor que abrase siempre nuestros corazones y sirva de luz que disipe las sombras de nuestra ignorancia para que no perdamos nunca el camino del cielo. Amén. 

REFLEXIÓN DEL DÍA: MARÍA, MAESTRA EN LA FE.  

 Uno de los mayores problemas del cristiano de hoy es la separación que hace entre fe y vida. De allí resulta la falta de testimonio y compromiso que tanto nos reprochan los hombres de nuestro tiempo. 

 En María, estos dos puntos se tocan. Ella es capaz de integrar la fe con la vida, por eso es reconocida en la Iglesia como modelo extraordinario en la fe. 

Por la fe, María abre su interior a la Palabra de Dios, la acoge y deja que la fuerza dinamizadora de esta palabra obre en ella. María confía fuertemente en Dios que le habla; y porque confía es capaz de responder afirmativamente en la Anunciación, engendrando así por su fe y obediencia al mismo Hijo del Padre. “Lo atado por Eva con su incredulidad, fue desatado por María mediante la fe”. 

 La fe de María es fe probada en la persecución, la huida y el exilio. Es fe grande, es fe fuerte. Es fe que la impulsa a subir al calvario donde la obra de la redención alcanza su culminación; donde Cristo se ofrece a Dios para la salvación de todos; y donde María, sufriendo profundamente con su Hijo, se asocia al sacrificio de la cruz. 

 Por su fe, María es la virgen fiel en quien se cumple la bienaventuranza mayor; “feliz tú que has creído”. La fe de María es fe decidida. Es fe que pone a los hombres al servicio de Jesús, diciéndoles: “Haced lo que Él os diga”. Es fe que suscita la fe en los demás, como en Caná donde los apóstoles “creyeron en Él” a través del milagro propiciado por María. 

 María es y será nuestro modelo en la fe; nuestra maestra en la fe, porque ella escuchó la palabra de Dios, creyó en ella y la puso en práctica. Ella nos enseña cómo vivir la fe, cómo hacer de la fe vida. Ella nos enseña a confiar más allá de toda duda, de todo dolor, en el amor misericordioso de Dios. Ella conoce el profundo valor de la fe; la riqueza que es ésta para el hombre; por eso la defiende y la protege en el que está a punto de perderla, y nos enseña a nosotros a hacer lo mismo. 

PRECES.  

Oremos a Jesús, nuestro señor, para que aliente nuestra fe por el Espíritu Santo, Respondemos: 

¡SEÑOR, AYUDA A NUETSRA FE!  

  • Señor Jesús, que nos has dado la fe en tu persona y tu Palabra, concédenos conocerte mejor, y entrar en comunión contigo en nuestra oración y nuestra vida. Roguemos al Señor. 
  • Señor Jesús, Tú que fuiste acompañando en la huída a Egipto, en la persecución y el dolor por tu madre, fuerte en la fe, ayúdanos a no rehuir las consecuencias de un claro testimonio de ti en nuestro ambiente. Roguemos al Señor. 
  • Señor Jesús, Tú que en Caná obraste tu primer milagro, por la decidida y servicial fe de tu madre, ayúdanos a ser audaces en acercarnos y servir a los hermanos más alejados de ti, preparándote un camino hacia ellos. Roguemos al Señor. 
  • Señor Jesús, Tú que a través de María enseñaste a san Pedro Nolasco el valor y fe del cristiano, graba en nuestro corazón esa pasión por la fe que nos lleve a estar eficazmente junto a aquellos que están en peligro de perderla. Roguemos al Señor. 

Oración: Señor Jesucristo, Redentor del hombre, míranos a quienes estamos reunidos para celebrar a tu madre, bajo el título de la Merced y concédenos tu espíritu, para que socorramos con activa caridad a nuestros hermanos necesitados y los guiemos a la libertad que tú nos mereciste con tu sacrificio. Amén. 

COMPROMISO  

 Imitar a María, siendo fiel, tratando de vivir lo que creo y preocupándome por la fe de los demás. 

SALUTACIONES.  

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Hija del Eterno Padre y te consagro mi alma con todas sus potencias. Dios te salve, María… 

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Madre de Dios Hijo y te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Dios te salve, María… 

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Esposa del Espíritu Santo y te consagro mi corazón con todos sus afectos, pidiéndote que me obtengas de la santísima trinidad todos los medios y gracias que necesito para mi salvación eterna. Dios te salve, María… Gloria al Padre…).  

En un momento de silencio pidamos la gracia que se deseamos obtener por intercesión de nuestra Madre santísima Nuestra señora de la Merced.

ORACIÓN FINAL.  

Acudimos a ti, gloriosa madre de misericordia, para implorar una vez más tu auxilio, pidiendo la conversión de los pecadores, la estabilidad cristiana de la familia, la paz de tus hijos y el descanso eterno de nuestros queridos difuntos. Ruega por todos, Virgen bendita de las Mercedes. Amén. 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡¡¡Viva Nuestra señora de la Merced!!!

¿Por quién Matagalpa es bendita? ¡Por Mercedes, nuestra patroncita!!

¡¡¡María de Matagalpa!!!