“Estemos atentos con el corazón silencioso, porque los verdaderos liberadores proceden del desierto, de la llanura como se diría hoy, de las bases sociales del pueblo sencillo, trabajador y no de élites”, recordó Monseñor Rolando José Alvarez Lagos, Obispo de la Diócesis de Matagalpa y Administrador Apostólico de la Diócesis de Estelí, en su homilía dominical el 25 julio 2021 en la Iglesia Catedral San Pedro Apóstol.
Temprano el Obispo llegó a la Escuela Perfecta Pérez en Matagalpa, para verificarse, siendo un hombre prudente y precavido, aunque las cosas no estén claras, como él mismo lo ha manifestado. En ese centro le ofrecieron pasar de manera inmediata pero el prelado optó por esperar su turno correspondiente, haciendo la fila.
“Esta semana tendrían que inscribirse los candidatos o fórmulas presidenciales. Estemos atentos con el corazón silencioso, porque los verdaderos liberadores proceden del desierto, de la llanura, como se diría hoy de las bases sociales, del pueblo y no de élites o con discursos ruidosos, tormentosos, violentos o convulsionados. Tratemos de ver si hay de entre ellos gente sencilla, normal; esperemos planes de gobierno serios, responsables y con visión de nación. Esto nos permitirá ir descubriendo si realmente podemos dar nuestro voto de confianza, sin traiciones ni componendas o arreglos a espaldas del pueblo, porque siempre será Dios y el pueblo, los que tendremos la última palabra”, dijo.
En la Eucaristía se renueva la esperanza:
En su mensaje explicó que con el texto de este domingo la iglesia empieza a reflexionar por unas semanas, en la Misa dominical, sobre el capítulo 6 del Evangelio de San Juan, donde se encuentra el discurso Eucarístico del Señor, porque en la Eucaristía todos “renovamos la esperanza, porque la Eucaristía es la memoria, el sacramento de la fe, por eso se proclama: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven Señor Jesús. Es aquí y en este momento que Jesús se hace presente”, indicó.
También mencionó que Jesús sigue multiplicando pan para saciar al mundo, de ahí que la Eucaristía es el sacramento de la fraternidad, el sacramento de la solidaridad, porque sólo se puede celebrar la Eucaristía si cada quien pone sus cinco panes y dos peces que luego se convierten en alimento de salvación, por eso cuando “nosotros salimos de la Eucaristía comienza la misión, la misión de ir a distribuir a los hermanos los cinco panes y dos peces y el Señor desde ahí sigue alimentando al mundo”.
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Al final del texto dice que con lo que sobró de los panes se llenaron 12 canastos, de aquello sencillo se llenaron 12 canastos que son los que tenemos, “el Señor de la sencillez de la ofrenda llenó 12 canastos para ir distribuyendo el pan de la vida, el pan que alimenta a los pueblos”, subrayó.
Redacción y fotografías: Manuel Antonio Obando Cortedano.
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