Un recorrido por varios momentos vividos con el padre Pablo Espinoza, quien se destacó por la defensa de los derechos del pueblo y el cuido de la ecología, hizo Monseñor Rolando José Alvarez Lagos, Obispo de la Diócesis de Matagalpa, al presidir la Santa Misa de 9 días por el eterno descanso del sacerdote, en la comunidad “Las Mangas”, de la parroquia San Isidro, la tarde del sábado 24 de julio.
En la celebración el Obispo compartió que el padre Fernando Calero, quien servía como vicario en la parroquia Nuestra Señora de Fátima, Rancho Grande, ha sido nombrado párroco.
En su mensaje Monseñor Rolando José saludó a la familia del padre Pablito, y recodó que cuando visitó por primera vez la parroquia Nuestra Señora de Fátima en Rancho Grande, pensó que esa es una parroquia especial y que debía tener sacerdotes especiales, por lo tanto le pidió al padre Espinoza quien en ese entonces era vicario de San Isidro, fuera como párroco a aquellas montañas.
“La última palabra la tiene Dios”. presbítero Vicente Martínez
Seguidamente explicó que el sacerdote estuvo siempre con el rebaño encomendado, luchando por la dignidad de la persona y por la ecología, siempre escuchaba la voz del Obispo para tomar decisiones junto a su pueblo y esperando la luz del Divino Espíritu en la oración. En esto recordó el año 2015, la peregrinación por la vida en Rancho Grande, donde preguntó al sacerdote: “¿Estas seguro que a esta peregrinación únicamente asistirán gente de Rancho Grande? Porque si traemos de otro municipio nos vamos a parecer a algunos partidos políticos que movilizan gente de otros lados y hasta en contra de su voluntad. Y ahí estaban los pobladores del municipio, eran unos 15 mil, estaba un pueblo decidido, bondadoso, de una sola pieza, de una sola palabra luchando por el medio ambiente, aunque el mundo se le venga encima, un pueblo guiados por pastores así siempre llegará a verdes praderas y aguas tranquilas”, indicó.
Rancho Grande: No dejar perder la herencia del padre Pablito:
Aquí recordó que esa fue la lucha de un sacerdote, que ahora se debe seguir, y los Ranchograndeños no pueden dejar arrebatarse esa herencia, el amor por la vida, por los frutos de la tierra, por la ecología, por la dignidad de la persona.
Finalmente dijo que el texto del día ilumina la vida del padre, “el padre Pablo era un hombre sin prisa, sereno, calmo que dejaba crecer muchas veces el trigo y la cizaña, siempre con sabiduría esperaba el tiempo en que había que cortar la cizaña y dejar que el trigo pudiera ser cosechado. Esa es una herencia que el Padre deja a su familia: No tenga prisa, sean pacientes, generosos, caritativos y sacrificados el uno por el otro”.
Redacción: Manuel Antonio Obando Cortedano.
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