“Debemos insistir en la posibilidad de construir nuestra nación. De construir una Nueva Nicaragua”, dijo Monseñor Rolando José Alvarez Lagos, Obispo de la Diócesis de Matagalpa, en su homilía el domingo 23 de mayo, solemnidad de Pentecostés, en la Iglesia Catedral San Pedro, donde se unió a los Obispo de la Conferencia Episcopal de Nicaragua en el lanzamiento del inicio de procesos de participación en la Asamblea Eclesial de América Latina.
En la celebración los seminaristas que en junio serán ordenados Diáconos, recibieron el ministerio del Acolitado, a ellos les llamó a vivir, una vez sean sacerdotes, en unidad con su Clero.
Aquí la homilía del Obispo:
Nuestro país tiene una cantidad de retos que nos obligan a todos a crear cauces racionales para la construcción de una Nación, de un Estado moderno, funcional y de una sociedad capaz de crear su propio sistema de vida político, económico, cultural y de asumir sus responsabilidades.
No podemos continuar viviendo como si se estuviera en guerra de todos contra todos y contra todo. Pensemos en el país que anhelamos. Postergar esa responsabilidad sería hipotecar el futuro de la Nación. En este contexto histórico se hace más urgente y necesario un proceso electoral transparente, justo y libre, producto del cual pueda generarse un diálogo entre todos los sectores políticos, sociales, económicos, sindicales, académicos, para tejer un consenso social mínimo sin exclusión para la creación de una nueva organización social, con sus respectivas instituciones democráticas, reglas del juego claras y una nueva cultura política.
«La política no es mera búsqueda de eficacia, estrategia y acción organizada. La política es vocación de servicio, diaconía laical que promueve la amistad social para la generación de bien común. Solo de ese modo la política colabora a que el pueblo se torne protagonista de su historia y así se evita que las así llamadas «clases dirigentes» crean que ellas son quienes pueden resolverlo todo» (cf. Papa Francisco».
Mientras no haya un consenso y decisión política para crear una institucionalidad moderna y democrática que el país necesita y merece, se estará comprometiendo y arriesgando el futuro de Nicaragua.
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Abandonar la idea de un mejor país, es contribuir al caos. Debemos insistir en la posibilidad de construir nuestra nación. De construir una Nueva Nicaragua. Animo hermanos. No tengan miedo. Rememos mar adentro.
Explicó que en el día de Pentecostés, gente procedente de diversos lugares y lenguas, escuchaban a los apóstoles hablar del mismo idioma, y era así porque lo que hablaban era inspirado por el Espíritu de Dios, contrario a lo que sucedió en antiguo cuando gente del mismo idioma no lograba entenderse porque predominaba la soberbia.
Aquí dijo que la soberbia pasa cuando el hombre quiere alcanzar las cimas de las alturas y quiere entronizarse él en lugar del rey, cuando el hombre quiere ser feliz sin aquel que es la felicidad, mientras el Espíritu Santo concede la unidad, y para los creyentes la unidad procede el Divino Espíritu, “y es que nosotros estamos unidos unos y otros en un sólo Señor, en una sola fe, en un sólo Bautismo, y esa unidad para los creyentes no sólo catolico sino no católicos, es una unidad sin fisuras”.
“Cristo es la piedra, es nuestro pilar, que nos sostiene en la fe, pero también estamos unidos como pueblo de Dios en los principios morales inalterables como el principio inviolable de la vida humana desde el primer instante de su ser en el vientre de la mamá, unidos en el principio del sagrado matrimonio entre un hombre y una mujer, unidos en el principio de la familia, donde los hijos se van formando en valores: Honestidad, fraternidad, franqueza, en la importancia de lo que significa dar la palabra, en la humildad, capacidad de pedir perdón, de saber que nos hemos equivocado, todo eso se aprende en la familia”, indicó.
Nicaragüenses unidos:
Aquí reiteró que los nicaragüenses están unidos en el amor a la patria, que implica la identidad, la cultura, la forma de pensar, de sentir, de hacer, trabajando para construir una nueva nación, una nueva Nicaragua para heredar una nueva nación, un nuevo país. “Vuelvo a decir, los líderes, la clase dirigencial, aunque no estén unidos, nosotros si lo estamos y sabemos hacia donde queremos ir.
El Espíritu Santo concede valor:
Monseñor Alvarez recordó que los Apóstoles estaban paralizado, estaban con miedo, pero vino el Espíritu Santo y les quitó el miedo, por lo tanto “nosotros no tenemos miedo, no tengamos miedo, porque el miedo paraliza, el Espíritu Santo es espíritu de alegría, espíritu de libertad”.
También mencionó que el Divino Espíritu concede la Paz, esa paz es fruto del perdón que se ofrece a quienes “nos han ofendido”, el cristiano no es hombre ni mujer aburrido, es hombre y mujer que vive alegre, deseando la paz.
Redacción y fotografías: Manuel Antonio Obando Cortedano.
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