«Ser opresor, ser dictador es fácil, pero ser servidor es lo que más cuesta, porque tenemos que ver a Cristo que nos dice que el es el buen pastor que da la vida por sus ovejas», dijo el Presbítero Vicente Martínez al presidir la Santa Misa el 12 de mayo en la parroquia Santa Lucía Darío.
Seguidamente manifestó que en la vida el ser humano no ha venido para oprimir, ni a mandar más que el otro: «El que manda más no es el más importante, más bien lo importante en la vida debe de ser el ejemplo que nos da Jesús que dice el servidor no es mayor que su amo, porque hoy en día vivimos un tiempo de violencia y a veces nosotros frente al odio tenemos que sembrar el amor frente a la indiferencia la fraternidad, frente a la opresión el servicio, y frente al dominio tenemos que dar el amor de Jesús».
Existen dos tipos de conversión la conversión personal y la conversión pastoral:
El Padre Martínez enfatizó que existen dos tipos de conversiones, la personal y la pastoral: “La conversión personal es aquella donde sólo nos preocupa el bienestar para mi, donde me preocupa mi salvación esa es fácil, porque es fácil preocuparse sólo por uno mismo.En cambio la conversión Pastoral es preocuparme también por el otro, para que cuando el otro encuentre la vida nosotros ya la hayamos encontrado en Cristo”.
Existe dos tipos de pastores: El verdadero y el falso.
«El falso pastor dice que un asalariado, es un funcionario, porque mira el peligro y se corre, en cambio el Buen Pastor decía el Papa Francisco va adelante para guiar la oveja, va en medio para animarlas y atrás para empujar», explicó el Padre Martínez.
Además añadió que en la vida es fácil ser falsos pastores, pero es difícil ser buenos pastores como Cristo que es el modelo del amor, de la entrega, de la humildad: «El nos enseña que el poder más grande que tiene el cristiano, no está en las armas, no está en el dinero, no está en la opresión, no esta en el manda más, no esta en el que grita más, en el violento, el poder del cristiano está en el servicio, servir sin esperar nada a cambio».
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Concluyó su mensajes diciendo que los cristianos no pueden acostumbrarse a vivir sin Cristo: «No podemos acostumbrarnos a vivir sin hacer el bien, no podemos acostumbrarnos a vivir sin la oración porque la oración es la fuerza del hombre y la debilidad de Dios, por lo tanto tenemos que ser hombres y mujeres de oración, tenemos que acostumbrarnos al sacrificio, a la pobreza, acostumbrarnos a vivir con lo que tenemos, no tenemos que acumular bienes, si no saber compartir, tenemos que ver que el sacrificio de Cristo tuvo un poder grande y es la salvación”.
Redacción: Juana Ruiz
Diócesis Media Parrroquia Santa Lucía Darío.