Es muy importante tener una buena nutrición durante una infección por COVID-19 y después de la misma ya que las infecciones debilitan el organismo y este necesita energía y nutrientes adicionales para tener una mejor respuesta a la infección.
Mantener una alimentación saludable reviste de mucha importancia, ya que el objetivo de la dieta deber ser obtener la energía que el cuerpo necesita para funcionar adecuadamente. La fiebre, la fatiga, la insuficiencia respiratoria o sensación de ahogo hace que se disminuya el apetito y hace que comamos menos de lo que el organismo necesita. Una nutrición deficiente disminuye nuestras defensas y nos hace más vulnerables a enfermedades, como es el COVID-19.
En ningún caso la alimentación por si misma evita o cura la infección por el nuevo coronavirus, pero una alimentación saludable, variada y equilibrada con lleva a mejorar los mecanismos de defensas del organismo con consecuencias positiva para su recuperación.
Mantener una buena hidratación:
La hidratación es un pilar básico de la alimentación saludable, es un aspecto que se debe cuidar en la población con sintomatología de COVID-19 y que permanece en su domicilio, especialmente en estados febriles o con síntomas de tos. La recomendación de ingesta de líquido es primordial se debe de garantizar el consumo de agua a demanda o incluso sin sensación de sed se debe garantizar 2 litros de líquido al día, prefiriendo siempre agua como fuente de hidratación. También puede ser de gran interés el consumo de caldo de vegetales, caldos de carne, de pescado, infusiones o te.
Una dieta rica en frutas y hortalizas también contribuye a la ingesta de agua, evitar el consumo de bebidas refrescantes o edulcoradas. No se recomienda el consumo de bebidas alcohólica. Cuando hay presencia de fiebre, vómitos, diarrea debes además de agua ingerir sales de rehidratación oral.
Consumir al menos 5 raciones entre frutas y verduras al día:
Se deben consumir principalmente frescas y distintos colores, ya que estas aportan gran cantidad de nutrientes, vitaminas, minerales, fibra dietética y agua en lo posible se debe comer algo rojo, amarillo, naranja y verde por ejemplo ensalada de lechuga, tomate, zanahoria. En el caso de existir molestias en la garganta, fiebre o falta de apetito, se pueden realizar preparaciones en forma de puré o cremas, peladas y picadas o ralladas, que se pueden enriquecer con aceite vegetal (oliva, maíz, girasol) o consumir batidos caseros con frutas, yogurt o leche sin agregar azúcar.
También se pueden dar casos de náuseas o diarreas, por lo que tomar los alimentos a temperatura ambiente o fríos, disminuir las grasas y frituras, así como separar los líquidos de las comidas (bebiendo entre comidas), aliviarán estas situaciones.
Consumir productos integrales y legumbres:
Este grupo de alimentos es la base de la alimentación, los cereales y las leguminosas secas proporcionan energía y forman parte de un patrón alimentario saludable: trigo, avena, tortilla, maíz, arroz, cebada, elote, quínoa, germen de trigo, y sus derivados. Se recomienda elegir cereales integrales (pan integral, pasta integral, arroz integral) y leguminosas secas (frijoles, lentejas, garbanzo, soya) guisadas tratando de cocinar estos alimentos con verduras, para enriquecer las preparaciones.
Se debe evitar alimentos procesados y enlatados, evitar cereales que incorporen azúcares y grasas, como productos de panadería y pastelería.
Productos lácteos:
Se recomiendan porque son una fuente importante de calcio, elegir productos lácteos descremados o semidescremados. Leche descremada, queso se puede consumir el que contenga menos grasa, lácteos fermentadas como el yogurt que pueden contribuir a una microbiota intestinal más saludables, evitando las variedades saborizadas, aromatizadas que contienen una cantidad importante de azúcar añadida.
Consumir carne de manera moderada:
El consumo de carnes (3 a 4 veces a la semana,) elegir de forma preferente carne de pollo, pescado 2-3 veces a la semana y carne roja máximo una vez a la semana, huevos (3 a 4 veces a la semana). Evitar el consumo de embutidos, ahumados, carnes grasas de cualquier animal.
Deben ser cocinadas bajas en grasa por ejemplo a la plancha, salteado, asado, en guiso con poco aceite.
Consumo de frutos secos, semillas y aceite de oliva:
Consumo de frutos secos (maní almendras, pistachos) son una excelente opción siempre que sean naturales o tostados. Deben evitarse los frutos secos fritos, endulzados y salados, debemos tomar en cuenta la alta densidad energética de estos alimentos y se debe tener en cuenta en pacientes con sobrepeso u obesidad. Se recomienda el consumo de aguacate, aceite de oliva.
En caso de falta de apetito y si no se logra alimentar lo suficiente puede enriquecer sus platos agregando aceite de oliva o frutos secos.
Evita comida rápida:
Evitar el consumo de comida rápida como pizzas, hot dog , hamburguesa, dado que son de alta densidad energética por la cantidad de grasa y/o azúcares y su consumo puede aumentar el riesgo de sobrepeso u obesidad y otras enfermedades crónicas.
Recuerde, además de una alimentación saludable, hay otros factores en el estilo de vida que constituyen una parte esencial de nuestro bienestar y de un sistema de defensas saludables. Estas estrategias adicionales son: evitar fumar, hacer ejercicio físico con regularidad, dormir suficientes horas, reducir al mínimo el estrés.
Redacción: Dra. Juana María Membreño Sequeira
Especialista en Pediatría
Sub especialidad en Gastroenterología y nutrición pediátrica