“El principio de la dignidad humana, es fundamental para reconstruir un país”. Monseñor Rolando Alvarez

El principio de la dignidad humana, es fundamental para reconstruir un país”, dijo Monseñor Rolando José Alvarez Lagos, Obispo de la Diócesis de Matagalpa y Administrador Apostólico de la Diócesis de Estelí, al presidir la santa Misa en la festividad del Bautismo del Señor, en la Iglesia Catedral San Pedro Apóstol, Matagalpa, el 9 de enero 2022.

A la celebración acudieron la Comisión Diocesana de Pastoral Juvenil, que fueron enviados a la misión que realizarán esta semana, asimismo los aspirantes al seminario menor San Oscar Arnulfo Romero, quienes inician una semana de convivencia.

Aspirantes al seminario menor San Oscar Arnulfo Romero

Mensaje:

En este Domingo en el que celebramos el Bautismo del Señor, en el que se hace presente de forma especialísima Dios Trino y Uno, podremos reflexionar que, al inicio, en el Génesis, «todo era confusión” pero también /…/ “el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas» (1,2), trayendo orden a esta creación, a este mundo dado por Dios a los hombres.

En este día de manifestación de la Santísima Trinidad, podemos rogar al Padre por intercesión de Su Hijo, que envié a su Espíritu a nuestro país y rogar por Nicaragua, en la que deben de fraguarse sólidos y fundamentales cimientos; dos de ellos son el principio de la dignidad humana y el principio de la libertad.

El principio de la dignidad humana, es fundamental para reconstruir un país. El respeto a la persona y a su dignidad, deben ser los ejes sobre los que debe girar todo esfuerzo para que se conviertan en el fundamento de toda organización social. “El hombre es imagen y semejanza de Dios (Cf. Gen. 1.27); esto significa que está dotado de una inmensa dignidad; y que cuando se atropella al hombre, /…/ se comete una gravísima ofensa a Dios; entonces Cristo vuelve a recorrer el camino de la pasión y sufre los horrores de la crucifixión en el desvalido…” (cf. San Juan Pablo II, Homilía Guatemala, 7.03.1983). La dignidad humana viene de Dios, de ser su hijo; Dios al hacerse Hombre, al asumir esta carne le confiere a todo hombre una trascendente, elevada e inviolable dignidad.

El diseño de un orden institucional que considere la dignidad humana como cimiento, como pilar, es un Estado servidor de la persona, y es capaz de trabajar y transformar los problemas más sensibles de la sociedad en pro de su desarrollo y crecimiento, y con esto siendo artífice de un orden y convivencia mínima de paz social, es decir, una sociedad democrática y con justicia.

La libertad:

La libertad, es otro pilar sobre el que debe reconstruirse Nicaragua; es la consecuencia del respeto de la dignidad. “La libertad es la medida de la dignidad y de la grandeza del hombre” (Papa Juan Pablo II; ONU, 1996). Podríamos parafrasear a San Juan Pablo y afirmar: La libertad es la medida de la dignidad y de la grandeza de los pueblos. Sin libertad no puede construirse una opción nueva de país. La libertad permite a toda sociedad crecer, conlleva un sentido de responsabilidad individual y social, porque la persona obra con conciencia en pro del bien propio y común.

La libertad debe cultivarse por el Estado y la sociedad para alcanzar una convivencia plena y constructiva. La libertad es autodeterminación, un acto de responsabilidad y un valor que permite el orientar las acciones humanas hacia la comprensión, el respeto y la tolerancia, permite inspirar la construcción de un modelo de sociedad abierta y democrática, que aspira a la paz.

Comisión Diocesana de Pastoral Juvenil

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“Cristo restaurador y prototipo de nuestra propia dignidad humana, que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado”. (cf. San Juan Pablo II, 01.07.1986).

Cristo, el Hijo Amado del Padre, el que hace “nuevas todas las cosas” (Ap 21,5), nos ayude a todos a abajarnos y a reflexionar para bien de este pueblo y de sus futuras generaciones.

Cristo nuestra esperanza nuestra nos ayude. Cristo ayude a Nicaragua.

Redacción y fotografías: Manuel Antonio Obando Cortedano.

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