Editorial: El Bicentenario de la Independencia de Centroamérica

Nicaragua, junto a los hermanos países del área centroamericana, hoy conmemoramos 200 años de independencia.

Para Nicaragua no dudamos que la separación de la colonia es un gran hecho histórico, tampoco ponemos en duda el esfuerzo, la valentía y la energía de los independentistas por redactar un acta que nos separaba del poder colonial, pero a la vez permitía la transición hacia un nuevo poder, el de los comerciantes, carentes de visión en la construcción de una nación.

Este contexto nos pone ante el reto histórico de construir cimientos de independencia, que nos permita continuar edificando nuestra Nación, es decir, un modelo de Estado eficaz, orientado al reconocimiento y respeto de la dignidad de la persona, a la promoción de los derechos humanos, al bien común; que enfoque sus esfuerzos en crear una comunidad democrática y forme a la sociedad con ciudadanos que cumplen sus deberes y reclaman cívicamente sus derechos; ciudadanos con libertad, no libertinos; trabajadores honestos, estudiantes con visión de futuro, familias transmitiendo valores; una Nicaragua para todos, que como tierra patria albergue a cada nicaragüense, protegiéndole, custodiándole, cuidando de su existencia. “Tales exigencias atañen, ante todo, al compromiso por la paz, a la correcta organización de los poderes del Estado, a un sólido ordenamiento jurídico, a la salvaguardia del ambiente, a la prestación de los servicios esenciales para las personas, algunos de los cuales son, al mismo tiempo, derechos del hombre: alimentación, habitación, trabajo, educación y acceso a la cultura, transporte, salud, libre circulación de las informaciones y tutela de la libertad religiosa” (Compendio DSI no. 166).

Debemos volver la vista atrás, conocer los errores para evitar repetirlos; existen algunos pilares que muy probablemente nos ayudarían a que cada nicaragüense pueda escribir un acta de independencia y nos encaminen por nuevas sendas.

Nicaragua debe construir una nueva historia que trascienda los ciclos de violencia e instaure una paz integral y perdurable para las generaciones actuales y futuras.

La creación de un Estado moderno que toda su actividad gire en el respeto a la dignidad y la libertad de las personas.

Solo en democracia, con vocación humana y social, y renovando el marco de las instituciones, Nicaragua podrá realizar su destino de paz, concordia y progreso económico, social y humano.

La libertad de expresión y de prensa, el acceso a la información pública, como columna vertebral del ejercicio de las otras libertades fundamentales.

La justicia, la libertad, el diálogo y la verdad deben ser premisas morales y legales para la nueva visión de nación.

Construir un modelo de desarrollo multidimensional que busque el desarrollo humano sostenible y equitativo, la distribución justa de las riquezas, un equilibrio entre los intereses del mercado y de la sociedad y el respeto al medio ambiente.

Cimentar una nueva cultura de Nación que propicie la unidad y el entendimiento con base a los intereses generales del pueblo.

La unificación del país, la vuelta a casa de los nicaragüenses en el exterior.

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El compromiso nacional sostenible en el tiempo, acuerdos que deben de ser asumidos como compromisos irrevocables ante la Nación, asumidos para el  corto, mediano y largo plazo para que su eficacia sea real e ilumine el futuro del país que aspiramos a construir sobre bases renovadas y un consenso que debe seguirse profundizando  y enriqueciendo para el bienestar de Nicaragua.

Entre todos, ciudadanos de buena voluntad, podemos trabajar y alcanzar una mejor sociedad, un mejor futuro.