“Con sencillez aconsejo a las autoridades del gobierno, a las autoridades públicas y políticas de Nicaragua, que se tomen un momento todos los días para meditar la vida de Santo Tomás Moro, reflexionando como este hombre desarrolló la política como un arte cristiano”, dijo Monseñor Rolando Alvarez, Obispo de la Diócesis de Matagalpa, en su homilía, el domingo 18 de octubre al celebrar la Santa Misa en la parroquia San Pedro Apóstol Catedral.
Al iniciar la Eucaristía agradeció a los fieles que con mucha responsabilidad han asumido el protocolo en la fase inicial de reapertura que vive la Diócesis de Matagalpa, elogió a quienes les ha tocado regresarse del templo y buscar otra Eucaristía como parte de las medidas de prevención cumpliendo con lo dispuesto. Igualmente saludó a los más de 40 jóvenes que conforman el equipo de protocolo en el templo.
El Obispo invitó a dejar que el Evangelio vaya iluminando cada realidad, la realidad política, social, económica y preguntarse: “¿Qué es lo que quiere Dios en casa, en el trabajo? ¿Qué quiere Dios en Nicaragua?”. En este punto mencionó a Santo Tomás Moro, patrono de los políticos y funcionarios públicos, quien iluminó el mundo con el Evangelio, haciendo esa distinción entre el César y Dios, por lo tanto muchos dicen que este hombre fue excelente, fue un perfecto funcionario público, perfecto servidor público así como un perfecto cristiano”.
“Porque fue un perfecto cristiano nunca ejerció la política, la función pública utilitariamente, monetariamente, lo hizo siempre buscando servir a la gente, y para él la verdad estaba por encima de la utilidad, el bien por encima de la conveniencia, la libertad y la conciencia de cada persona estaba por encima de los intereses. Así vivió como cristiano su función pública, su vida política, iluminando estas realidades temporales con las realidades divinas”.
Consejo a las autoridades de gobierno y funcionarios públicos:
Monseñor Alvarez con sencillez aconsejó a las autoridades del gobierno, a las autoridades públicas y políticas de Nicaragua que se tomen un momento todos los días para meditar la vida de Santo Tomás Moro, “reflexionando como este hombre desarrolló la política como un arte cristiano, como una escultura a favor de las gentes”.
Postulados para la reconstrucción de Nicaragua:
Concluyó el mensaje recordando su segunda carta pastoral “El Ministerio Sacerdotal en tiempos de pandemia”, publicada el 29 de junio del 2020, en la cual propuso cuatro postulados para la reconstrucción de Nicaragua:
“El primero es que el respeto, tutela y promoción de la Dignidad Humana debe llevar a la construcción de una sociedad donde se respeten todos y cada uno de los derechos humanos, tanto los de naturaleza civil y política como los de naturaleza económica, social y cultural”.
“El segundo postulado, la familia en la que el futuro de la humanidad se fragua, es la célula de comunión que constituye el fundamento de la sociedad, es patrimonio de la humanidad, constituye uno de los tesoros más importantes de los pueblos. Ella ha sido y es escuela de la fe, palestra de valores humanos y cívicos, hogar en el que la vida humana nace y se acoge generosa y responsablemente. La familia, es la base de la sociedad y la estructura más adecuada para garantizar a las personas el bien integral necesario para su desarrollo permanente” (cf. Papa Francisco, 1 de junio de 2017).
“Me refiero a la familia natural y tradicional, tal y exactamente como la fundó Dios en el Génesis.
“El tercer postulado no es menos importante pues la Dignidad Humana, camina al lado de la Libertad y viceversa. Por consiguiente, la construcción del Estado descansa precisamente en instituciones que garanticen esa Dignidad, Libertad y Justicia. El Estado no puede ser entendido de otra manera más que como un Estado Democrático y Social al servicio del bien común, conformado por hombres y mujeres que comprendan la naturaleza de servicio de la política, con pesos y contrapesos que garanticen el equilibrio de los poderes, la transparencia y eficacia administrativa. «Cada ciudadano /…/ decida y actúe desde el interior de su conciencia, libremente y sin miedo a ningún tipo de coacción exterior. Cada quien debe reflexionar con seriedad para decidir lo que considere más justo y conveniente para el presente y el futuro del país» (cf. Mensaje CEN, 22 de agosto 2016)”.
El Estado debe respetar la voluntad popular emanada libremente en la elección de autoridades que deberán responder ante el ciudadano y brindarle protección y cuido frente a los poderes estatales cuando se ejercen abusiva o arbitrariamente. Un Estado que conviva con una ciudadanía confiada en sus capacidades, en su potencial y en la importancia de sus acciones y decisiones para afectar su vida positivamente.
El cuarto postulado, «la Justicia Social, sólo puede ser conseguida sobre la base del respeto de la dignidad trascendente del hombre. La persona representa el fin último de la sociedad, que está ordenada al hombre» (CIC 1929). El principio y el fin de todas las instituciones es la persona. Esto consiste en edificar un Estado que encuentre su verdadera realización en la promoción del bienestar y el progreso social y humano. La democracia no es solo representativa, también debe ser participativa, inclusiva y comprometida con la búsqueda de oportunidades y progresos para el pueblo que por décadas ha sufrido la pobreza y la marginalidad.
“El respeto de la persona humana implica el de los derechos que se derivan de su dignidad de criatura. Estos derechos son anteriores a la sociedad y se imponen a ella. Fundan la legitimidad moral de toda autoridad: menospreciándolos o negándose a reconocerlos en su legislación positiva, una sociedad mina su propia legitimidad moral. Sin este respeto, una autoridad sólo puede apoyarse en la fuerza o en la violencia. Corresponde a la Iglesia recordar estos derechos a los hombres de buena voluntad y distinguirlos de reivindicaciones abusivas o falsas» (CIC 1930). Sin ese rostro humano de la justicia social, la democracia tiene un perfil incompleto.
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“No puede ser de otra forma, la Dignidad Humana, la Familia, la Libertad y la Justicia Social ofrecidas como dones naturales al hombre, no solo encarnan derechos sino responsabilidades que el Estado y la sociedad deben cumplir, así como compromisos sociales urgentes hacia los más vulnerables, pobres y desprotegidos. Si falta una, el edificio se derrumba”.
Redacción: Manuel Antonio Obando Cortedano.
Diócesis Media