Monseñor Alvarez: La Iglesia está al pie del Cristo crucificado y calcinado para dar esperanza al pueblo

“El lugar de la Iglesia es al pie de la Cruz, del Cristo crucificado y calcinado para dar esperanza al pueblo, porque los poderes del infierno no prevalecerán contra ella”, dijo Monseñor Rolando Alvarez, Obispo de la Diócesis de Matagalpa, el domingo 2 de Agosto en la Misa presidida en Catedral San Pedro Apóstol.

En la homilía se refirió  a que “Jesús se identifica con el sufrimiento de los demás, con el pueblo que camina en el desierto de su historia, sufre junto a nosotros, por eso se deja desfigurar su rostro, y la señal de esta compasión son las numerosas curaciones que Dios realiza. Los nicaragüenses lamentable y dolorosamente han estado marcados en grandes y fuertes momentos por la violencia, la guerra, el odio y la opresión pero estos momentos de prueba y dificultad concluyen al final con la resurrección”.

“En los momentos de pruebas, de desierto y oscuridad pareciera es la muerte que vence, pero al tercer día llega la resurrección, los discípulos desorientados le piden a Jesús que despache a la gente, que ya es tarde, los discípulos están ante el pueblo con las manos vacías pero saben que él también puede alimentar a la multitud, así están los pastores con las manos vacías, así estamos nosotros con las manos vacías para ofrecer lo más grande de nuestra pobreza, a Jesús, con el pan de Jesús”.

Monseñor Alvarez invitó a los nicaragüenses a depositar el dolor que “padecemos en el alma, sufrimiento que padecemos en la barbarie lleno de crueldad contra la historia de la patria, contra la cultura nuestra  y contra nuestra propia identidad. Ha querido ser un golpe mortal para la identidad misma, para la Nicaraguaneidad nuestra, pero debemos depositar ese dolor en el corazón de Cristo, porque en él encontramos consuelo, refugio, fortaleza, paz, libertad y vida en abundancia”, indicó.

Aquí expresó que la esperanza hace entrar a los nicaragüenses en una oscuridad incierta para caminar en la luz de un nuevo amanecer, de un nuevo país donde reine la paz, la justicia, la libertad, donde podamos trabajar con serenidad para ganarnos el pan de cada día con honestidad y dignidad, “donde se pueda caminar en las calles sin miedo a que se le atropelle, donde se pueda rendir el culto a Dios en los templos sin miedo a que se le incendie, donde se pueda labrar la tierra, vender el producto sin miedo a que se le persiga, donde podamos convivir  y compartir  la misma mesa como nuestros hermanos, donde todos sin exclusión unos a otros podamos mirarnos a los ojos sin miedo, sin humillarnos, sin sentirnos extraños, solo así podemos construir una nueva sociedad donde todos podamos caber con el respeto de nuestras diferencias, con nuestras capacidades, de construir un futuro digno tal y como lo merece nuestro pueblo, la esperanza es en Dios donde encontramos la fuerza para seguir avanzando sin titubear, sin detenernos y alzando nuestra mirada al cielo porque nuestro auxilio nos viene del Señor que hizo el cielo y la tierra”.

Hoy más que nunca Dios bendice a su Iglesia:

“Nuestro Dios que en providencia y Misericordia bendice a sus Iglesia, nos bendice hoy más que nunca, en medio del incendio, del fuego feroz, de la ira del mundo desatada contra la Iglesia, esta la Iglesia seguirá dando de comer a las generaciones, seguirá dando de comer a los pueblos, los tiempos pasan pero la Iglesia seguirá acompañando a los pueblos hasta el final de los tiempos, hasta la eternidad”.

“La fuerza viene de Dios crucificado y calcinado, no de nosotros, atribulados en todo, más no aplastados; perplejos, más no desesperados; perseguidos, más no abandonados; derribados, más no aniquilados, es el símbolo de la gloria de Dios , maltratado y desecho por el hombre de donde nacerá una nueva Nicaragua”.

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Monseñor Alvarez Concluyó aclamando la carta a los Romanos, que dice: “Que cosas podrá apartarnos del amor con que nos ama Cristo, las tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre, la desnudez,  el peligro, la espada? ciertamente  de todo esto salimos más que victoriosos gracias aquel que nos ha amado pues estoy convencido de que  ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los demonios, ni el presente, ni el futuro, ni los poderes de este mundo, ni lo alto, ni lo bajo, ni creatura alguna podrá a aparatarnos del amor de Dios que encontramos en Cristo Jesús Nuestro Señor”.

Por: Enma Martínez y Manuel Antonio Obando Cortedano.