Imagen calcinada de la preciosa Sangre de Cristo, un reflejo perfecto de lo que vive Nicaragua

Lo ocurrido en las últimas horas en Nicaragua con la imagen de la Sangre de Cristo no es nada nuevo, es el reflejo de lo que vive el pueblo nicaragüense. Desde meses atrás se han visto acontecimientos que marcan la historia de un pueblo creyente y arraigado profundamente en su fe.

Por ello Diócesis Media Radio Santa Lucía ha dialogado con el presbítero Erick Díaz, quien expresa el sentir de la iglesia con lo ocurrido, ya que este pueblo se ha sentido lastimado, herido y golpeado, no sólo se ha atacado un lugar sagrado, sino que se ha atentado contra la fe y la Iglesia, cuerpo místico de Cristo.

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“Las lágrimas no se han hecho esperar, saber de lo ocurrido, causó estupor y ninguna palabra puede manifestar lo que un verdadero católico continúa sintiendo, ¡No es para menos!, fue incinerada una de las imágenes más antiquísimas y veneradas por miles y miles de fieles no sólo de la Arquidiócesis de Managua, sino de este amado país que ha acompañado durante 380 años” expresó el vicario parroquial de Santa Lucia, Darío.

El sacerdote continúa explicando que “en esta imagen se estaba quemando no sólo la historia de fe, de religiosidad y de amor, sino también las esperanzas, el dolor, el llanto de miles de fieles que por años han asistido a ese recinto sacro para orar y esperar de Dios recompensa. Las imágenes han sido dolorosas, pues cualquiera que no profese la fe dirá magnífico lo que sucedió, incluso el no creyente dirá: ¿Pero es una simple imagen, cuál es el dolor? El dolor es porque ahí está lo más sagrado de nuestra vida, Jesús Eucaristía que también fue calcinado. Otros dirán: ¿Por qué no se defendió? Jesús siempre ha callado… Pues igual dijeron los necios de su tiempo: Si eres hijo de Dios porque no bajas de esa Cruz, Jesús no la hace porque Él desea enseñarnos a través de los acontecimientos dolorosos, y este es uno de ellos”, indicó.

Las lágrimas no se han hecho esperar, saber de lo ocurrido

El vicario de esta parroquia ha hecho énfasis en las lágrimas que el pueblo derrama tras el atentado, ya que se trastocó la sensibilidad de miles de fieles de este país, se ha ofendido a Dios, a la Iglesia y se ha tocado con las manos sucias lo sagrado, “esto debe despertar un interés, no sólo en quedarse en el dolor que embarga al pueblo, sino en ofrecer sacrificios de reparación, cada hermano desde donde pueda”.

“¿Estamos a lado de la maldad, de las fuerzas oscuras o estamos a lado de la luz, de la bondad?, El mal existe, pero es más poderosa la gracia de Cristo, y si nosotros le abrimos el corazón a Dios, puede transformarnos, y viviendo sólo para Él, para Cristo, el corazón se llena de amor y en ese amor no sólo contemplaremos las imágenes dolorosas que acompañan la evangelización de la Iglesia nicaragüense, sino que viendo esas imágenes calcinadas veremos el rostro sufriente de una nación anclada también en la maldad, en el egoísmo, en la polarización” manifestó.

Finalmente, el padre Erick ha querido compartir el fragmento del Cristo roto que evidencia la dignidad violentada de un pueblo que desea libertad: «No me restaures te lo prohíbo ¿lo oyes?, si Señor, te lo prometo, no te restauraré, gracias me contesto el Cristo, su tono volvió a darme confianza, ¿por qué no quieres que te restaure?, no te comprendo, ¿no comprendes, Señor, que va ser un continuo dolor cada vez que te vea roto y mutilado? ¿No comprendes que me duele? – eso es lo que quiero. Que al verme roto y mutilado te acuerdes de muchos hermanos tuyos que conviven contigo: rotos, mutilados, aplastados, indigentes sin brazos, porque no tienen posibilidad de trabajo, Sin pies, porque se les han cerrado los caminos, sin cara, porque les han quitado la honra. NO ME RESTAURES, porque viéndome a si, tal vez te acuerdas de ellos y sientes dolor por ellos.

Una vez más el señor está hablando y confirmando cada misión. Primero la dignidad de un pueblo sufrido y si el pueblo no tiene voz la Iglesia está invitada a dar siempre voz a los que han sido callados y excluido, la voz de la Iglesia debe seguir resonando y dando esperanza a este pueblo crucificado, pero con la esperanza de la resurrección.

¡Sangre de Cristo sálvanos!

¡Sangre de Cristo purifícanos!

¡Perdón señor por tanta ofensa contigo!

Amen.

Redacción: Josary Vargas.

Parroquia Santa Lucía, Ciudad Darío.