“Las reformas electorales propuestas recientemente tendrían que significar y representar para la nación una decisiva oportunidad para garantizar un proceso electoral humano, legítimo y democrático”, dijo Monseñor Rolando José Alvarez Lagos, Obispo de la Diócesis de Matagalpa, durante la Santa Misa que presidió el domingo 18 de abril, lll Domingo de Pascua, en la Iglesia Catedral San Pedro, acompañado por fieles, quienes siguieron las medidas de prevención ante el COVID-19.
Inspirado por el Evangelio del día donde Jesús Resucitado se aparece a sus discípulos y les desea la paz, el Obispo dijo:
“Nicaragua necesita la paz. Nicaragua tiene una gran oportunidad para reencausarse a un Estado democrático y social de derecho funcional: es decir un Estado a los pies del pueblo. Las reformas electorales propuestas recientemente tendrían que significar y representar para la nación una decisiva oportunidad para garantizar un proceso electoral humano, legítimo y democrático, que asegure equidad electoral y por lo tanto en el que se garantice a toda persona que su voto sea secreto, libre y respetado”.
“Esperamos en la responsabilidad histórica y la madurez del poder legislativo para que promueva y cree un espacio de consulta plural y democrático nacional para que sea el soberano, que es el pueblo, quien establezca las reglas y condiciones para una fiesta electoral libre y justa y así, entre hermanos de una misma nación, pueda determinarse el necesario sistema de vida para construir una nación con dignidad, justicia, libertad, igualdad, desarrollo y crecimiento. La responsabilidad es de todos”.
Por otra parte el Prelado saludó a los fieles como lo hacían las primeras comunidades cristianas: “Cristo ha resucitado, verdaderamente ha resucitado”, agregando que Jesús luego de su resurrección en tres ocasiones les desea la Paz a los discípulos, y los apóstoles ven a Cristo vivo, Cristo que se aparece a Tomás enseñándole los agujeros de los clavos y el costado. “Cristo resucitado que le dice a los apóstoles: Miren mis manos y mis pies, soy yo y convénzanse”.
Creer y vivir la experiencia del Resucitado:
“Amados hermanos y hermanas: Cristo resucitado también se ha aparecido a nosotros, el Señor no es un fantasma, está vivo, y se nos aparece para que creamos que es el mismo resucitado que ha muerto en la Cruz y se muestra como el hijo de Dios vivo”. De igual forma dijo que al contemplar al resucitado y vivir esta experiencia, el cristiano encuentra paz interior en medio de la circunstancias difíciles y oscuridades de la vida que atentan contra la felicidad interior, pero ante esto se debe tener como centro a Jesús Resucitado.
Fotografías: Manuel Antonio Obando Cortedano. Diócesis Media.