Este domingo XX del tiempo ordinario Monseñor Edgar Sacasa, párroco de la parroquia san Isidro, recordó a la luz del Evangelio proclamado, como el hombre vive atormentado en su cuerpo y su alma. “¿Cuánta Gente atormentada como la mujer Cananea? Vinimos de la vida cansados y atormentados buscando el alivio del Señor. La fe de esta mujer extranjera es una escuela de oración porque venía detrás de Jesús, rogándole, suplicándole sanación para su hija”.
“Esta mujer era extranjera, no hablaban el mismo idioma, pero en su insistencia alcanza el milagro, hasta los apóstoles estaban preocupados de manera que deciden hablar por ella para que intercediera Jesús. Veamos que actitud de humildad, esta mujer cananea se postró a Jesús siendo perseverante, así debemos ser nosotros, debemos actuar con tenacidad para pedir algo a Dios, debemos tener fe abundante. Por la confianza esta mujer fue capaz de obtener lo que quería. Por eso San Pablo nos dice: Hay que pedir con el corazón, las gracias especiales… A Jesús le sorprende la fe de sus hijos cuando oramos con fe. Le impacta la fe de una mujer que viene de otra región, esto no enseña diría San Juan Pablo II en aquel atardecer triste de 1980, que “en todos está presente Jesucristo”.
“La misión católica no es cruzada de conquista, son anuncio de la buena nueva del reino de Dios. Le contamos al mundo que Dios nos ha amado. Por eso proclámanos en el nombre del Señor su misericordia para con todos, basta tener una actitud de fe como esta mujer del Evangelio. Jesús devolvió la dignidad a las personas marginadas. Nosotros en cambio, muchas veces valoramos a las personas desde nuestro poder y queremos humillar al otro”, indicó.
En este punto dijo que cada cristiano debe descubrir el poder de Dios en su vida, el poder divino es humilde, sencillo, pequeño. Nunca Jesús fue tan poderoso como en la cruz. Podemos escandalizarnos o alegrarnos, esa fue la manifestación del poder de Dios. Desde cualquier papel en la sociedad aprendamos a ser humildes de corazón, aunque tengamos alguna autoridad. “También los políticos deben aprender a administrar su poder”.
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“Vivimos en este mundo machista, racista y egoísta; el cual piensa que hay clases más importantes que otras. Hemos establecido una jerarquía de valores donde se premia lo grande y se desprecia lo pequeño”; donde se defiende al poderoso y se juzga al indefenso. No podemos despreciar a nadie sólo porque tú eres del partido tal o de la religión tal. Todos somos hijos de Dios, abrámonos a la novedad del Evangelio. Que el señor nos anime para salir con fe como esta mujer, suplicando con fe y pidiendo por nuestras necesidades y por la Paz”, concluyó Monseñor Edgar Sacasa.
Redacción: Álvaro Eliud Tercero Morán.
Parroquia San Isidro.