«Seamos sinceros los seres humanos nos cuesta perdonar a nuestros propios enemigos, aún más en este tiempo, imaginémonos hoy los nicaragüenses: ¿Cómo vamos a perdonar el asesinato de trescientos y pico de personas del 2018? ¿Cómo vamos a perdonar tanta hambre, tanta carencia de la vida, los combustibles cada día más caro?, es difícil perdonar aquella persona que hace mucho daño, no a una persona sino a una nación, a un país entero», expresó el presbítero Vicente Martínez al presidir la Santa Misa el domingo 20 de febrero del 2022, en la parroquia Santa Lucía Ciudad Darío.
Seguidamente dijo que ante esta situación que se vive cuesta perdonar, porque hay personas que aun recibiendo el perdón, abusan de ese perdón, abusan de la misericordia de Dios, de la bondad del otro, ya que a veces pareciera que el pecado hace feliz al hombre: «Al fin y al cabo hermanos ni el pecado, ni el dinero, ni el poder, ni la fama, ni la injusticia hace feliz a ningún ser humano, porque la gente mala viven bien, pero termina mal cuando les toca morir».
Somos hombres celestiales o terrenales:
«El hombre terrenal sólo hace el mal, sólo comete injusticias, sólo vive en el pecado, se encierra en el egoísmo en sí mismo y no piensa en la vida eterna, pero debemos de darnos cuenta que como cristianos si somos así, tenemos que hacer el propósito de despojarnos del hombre viejo y revestirnos del hombre nuevo que es Nuestro Señor Jesucristo, que nos dice a cada uno de nosotros que no debe dominar el pecado en la vida del hombre celestial porque el hombre celestial es semejante a Dios», explicó el Padre Martínez.
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También lamentó la cantidad de hermanos que hablan mal de los sacerdotes, personas que no son como el rey David, no son cuidadosas, gente que saben que a pesar de ese pecado el Señor les ha ungido con el Espíritu Santo: «Yo diría que la familia, los matrimonios son ungidos, por lo tanto ninguna mujer se debe acercar a un hombre casado, ni ningún hombre casado se tiene que acerca a una mujer soltera, porque imagínense lo que dice el Rey David: no se puede atentar contra el ungido del Señor».
El sacerdote finalizó, invitando a orar por los enemigos: «Pidamos perdón si hemos ofendido y si nos piden perdón perdonemos, porque recuérdense que el perdón libera e incluso el perdón hace que uno vea a los otros no con los ojos humanos, sino con los ojos divinos que nos ha dado Nuestro Señor Jesucristo».
Redacción: Juana Ruiz
Diócesis Media parroquia Santa Lucía Darío