La Iglesia con alegría, celebró este 01 de noviembre la solemnidad de todos los Santos. “El día de todos los Santos, cuenta un milenio de popular y sentida historia y tradición en la vida de la Iglesia”, compartió el Presbítero Uriel Vallejos, de la parroquia Divina Misericordia en Sébaco, durante su homilía.
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Explicó que fueron los monjes benedictinos de Cluny quienes expandieron esta festividad. Sus orígenes datan del siglo IV debido a la gran cantidad de mártires en la Iglesia. Luego el 13 de mayo del año 610 el Papa Bonifacio IV dedicó el Panteón romano al culto cristiano, colocando de titulares a la Bienaventurada Madre de Dios y a todos los mártires.
Manifestó que así se empieza a festejar en esta fecha, ya que más adelante el Papa Gregorio IV, (siglo VII), trasladó la fiesta al 01 de Noviembre, quizás para contrarrestar la celebración pagana del “Samhain”, o año nuevo celta, en la actualidad 31 de octubre , en la noche de Halloween.
Señaló que la Iglesia, por tanto, instituyó la Fiesta de Todos los Santos para:
1. Alabar y agradecer al Señor el don que hizo a sus siervos. Santificándolos en la tierra y coronándolos de gloria en el Cielo.
2. Honrar en este día aún a los Santos de los que no se hace referencia particular durante el año, y a los Santos anónimos o de a pie como dice el Papa Francisco.
3. Darnos mayores gracias multiplicando los intercesores.
4. Animarnos más a la virtud con el ejemplo de tantos Santos de toda edad, sexo y condición y saber que gozan de la Gloria en el Cielo.
Hizo énfasis en que la Santidad es un llamado Universal, es vocación de todos los cristianos, no es patrimonio de algunos pocos privilegiados, es el destino de todos, como fue y como lo ha sido para esa multitud de santos anónimos a quienes hoy se celebró.
“Queridos hermanos, en este día en que debemos recordar ese llamado universal a la santidad, preguntémonos: ¿Siento un genuino dolor por mis pecados o por los pecados del mundo? ¿Soy paciente con las limitaciones de los demás? Cuando veo alguna persona en necesidad, ¿actúo en su favor, lo harías por mí? ¿ofreces a los demás gratuitamente el perdón y la paz? ¿He obrado con dobles intenciones? ¿Me han insultado por ayudar a los demás? ¿Me han ridiculizado por querer vivir con integridad?”
“Pidamos a Dios el don de la conversión para que alcancemos la Patria prometida y junto con santa María, Virgen, lleguemos a Dios por los siglos de los siglos», concluyó su homilía.
Redacción: Alexandra Chavarría.
Diócesis Media, parroquia Divina Misericordia, Sébaco.