Mensaje del Obispo de Matagalpa en el
Domingo del Buen Pastor, 8 de mayo de 2022
Queridos hermanos y hermanas:
Jesucristo es el Buen Pastor que entrega la vida por sus ovejas. El Evangelio de San Juan (10, 27-30), proclamado en este IV Domingo de Pascua, nos revela la opción radical que tomó Jesús al dar su vida por la redención de la humanidad. El sacerdote del tercer milenio, impulsado por el ejemplo de Cristo Buen Pastor, es llamado a vivir en medio de los retos del mundo actual, con fe y santa audacia. Destaco algunas actitudes que han de estar presentes en el pastor del tercer milenio:
Constructor de comunión. La Iglesia es comunión, es «un pueblo cuya unidad deriva de la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo» (San Cipriano). El ministerio sacerdotal por ser una «radical forma comunitaria» solamente puede ser ejercitado en la comunión (PDV 17). La unidad con el Santo Padre y con el Obispo es la primera dimensión de esta comunión, pero el sacerdote es también creador de comunión en el clero diocesano. Todos los sacerdotes de la Iglesia Particular participan del único sacerdocio de Cristo Pastor y esta unión sacerdotal se manifiesta en relaciones interpersonales llenas de caridad y de ayuda recíproca. El sacerdote además edifica la comunión con el pueblo de Dios, al ser llamado a acoger con gratitud y a conducir hacia la comunión los diversos carismas presentes en su parroquia que son dones del Espíritu Santo para la Iglesia.
Sinodalidad. «Sabemos que el mundo actual necesita urgentemente la fraternidad. Sin darse cuenta, anhela encontrarse con Jesús. Pero, ¿cómo podemos hacer que se produzca este encuentro? Necesitamos escuchar al Espíritu junto con todo el Pueblo de Dios, para renovar nuestra fe y encontrar nuevas formas y lenguajes para compartir el Evangelio con nuestros hermanos y hermanas. El proceso sinodal que nos propone el Papa Francisco tiene precisamente este objetivo: ponerse en marcha juntos, en una escucha recíproca, compartiendo ideas y proyectos, para mostrar el verdadero rostro de la Iglesia: una ‘casa’ hospitalaria, de puertas abiertas, habitada por el Señor y animada por relaciones fraternas». Por eso «Hagan todo lo posible para que este camino se base en la escucha y la vivencia de la Palabra de Dios» y «Esforcémonos para que este camino se caracterice por la escucha y la aceptación mutuas» (Carta a los sacerdotes sobre el camino sinodal, 19/03/2022).
Misionero. El presbítero del mundo de hoy es misionero, en él puede más el ardor y el entusiasmo por evangelizar que sus limitaciones y temores. Impulsado por el Santo Espíritu se dirige a los alejados, a la periferia, a los que no han oído el anuncio del Evangelio. Proclama íntegro el mensaje y sus oyentes perciben la novedad del Evangelio del cual él es testigo. Da gratis lo que ha recibido gratis (Cf. Mt 10, 8) porque tiene experiencia de la gratuidad amorosa del Padre. Entrega su vida entera por el Evangelio y experimenta que le importa más proclamar el Reino de Dios que su propia vida. Sabe que no es dueño de la tarea; él no inicia ni consuma la obra evangelizadora, la responsabilidad última es del Señor y en sus manos deja sus esfuerzos.
Promotor de una cultura de paz. En la predicación y en la vida de Cristo, era evidente la atención que El prestaba a los más pobres. El pastor de este milenio está ahí donde hay más necesidad de consuelo, donde están los más indefensos. El sacerdote es aquél que lleva esperanza con la palabra y con las acciones para que las situaciones de miseria sean aliviadas. Mediante la predicación de los valores evangélicos y la formación de las conciencias el sacerdote coopera a la promoción de una sociedad conforme con la voluntad de Dios. Señala las situaciones injustas, pero el amor por sus hermanos le exige ir más allá, más a la raíz: llegar al corazón de quien puede mejorar las situaciones injustas. Sólo así se puede construir una cultura de paz, ya que sin cambiar los corazones y sin retribuir las ofensas no es posible construir una nueva sociedad.
Finalmente me dirijo a nuestros queridos seminaristas, con las palabras del Papa Benedicto XVI (Encuentro con los seminaristas en Nueva York, 19/04/2008).
«El Pueblo de Dios espera de ustedes que sean sacerdotes santos, caminando cotidianamente hacia la conversión, inculcando en los demás el deseo de entrar más profundamente en la vida eclesial de creyentes. Les exhorto a profundizar su amistad con Jesús, el Buen Pastor. Hablen con Él de corazón a corazón. Rechacen toda tentación de ostentación, hacer carrera o de vanidad. Tiendan hacia un estilo de vida caracterizado auténticamente por la caridad, la castidad y la humildad, imitando a Cristo, el Sumo y Eterno Sacerdote, del que deben llegar a ser imágenes vivas. Queridos seminaristas, rezo por ustedes cada día. Recuerden que lo que cuenta ante el Señor es permanecer en su amor e irradiar su amor por los demás».
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En este domingo, de modo especial, pedimos por nuestros sacerdotes, que la Santísima Virgen María, Madre del Buen Pastor, nos enseñe a ser los pastores que necesita la Iglesia en este tercer milenio.