En la primer quincena de Septiembre hemos notado un relajamiento social en esta etapa de la pandemia como si se tratase de una «verdadera normalidad», aunque no debemos dejarnos llevar por esta falsa sensación de que todo va bien, sí es cierto que ha habido una disminución en el reporte de casos de enfermedad por COVID-19 como indican las fuentes extraoficiales y oficiales.
Médicos independientes hemos reportado menos atenciones en casos sospechosos por COVID-19. En hospitales y otros centros de atención médica se ha disminuído la demanda en los servicios de atención para esta enfermedad, pero los espacios destinados a cubrir esta situación no están del todo vacíos.
Lo que las apariencias indican no siempre son ciertas. Este es el caso de nuestro país Nicaragua en donde durante mucho tiempo la situación sociopolítica, económica y sanitaria se ha encargado de generar falsas sensaciones de normalidad por la falta de información veraz, confiable y corroborada de algunas fuentes periodísticas. En muchas ocasiones transmitiendo mensajes erróneos que se vuelven creíbles para una parte de nuestra población.
Con la pandemia, la escasez de conocimiento en cuanto a cifras de casos reales, números de pruebas realizadas, métodos diagnósticos y abordajes terapéuticos cuestionables, cantidad real de fallecidos, entre otros, han provocado escenarios de estrés, ansiedad, depresión, incertidumbre y angustia entre los nicaragüenses que buscan una pronta solución y salida emocional a estas crisis.
La salud emocional es algo de lo que no se habla mucho por miedo a que la sociedad nos pueda tildar de «locos» pero en este tema puede estar parte de la respuesta al porqué en Nicaragua se vive un aparente ambiente de la normalidad cuando es contrario a la realidad.
Muchas personas desean salir a recrearse, visitar a sus familiares o amistades, ir de compras, entre otros, para liberarse un poco o hacer una pausa de todos los malos ratos que hemos atravesado en los últimos 2 años y medio. ¡Pero esto puede ser un arma de doble filo!
Al relajar nuestras medidas de seguridad y prevención ante la COVID-19 podemos provocar fácilmente el aumento o repunte de casos que estamos esperando se dé en cualquier momento. Esperábamos se diera desde mediados de Agosto pero por muchas razones, algunas desconocidas, todavía no hemos experimentado el tan esperado momento que sí se prevee ocurrirá.
Por nombrar algunas de estas razones que médicos epidemiólogos del país han citado están: El mayor aprendizaje de la población por la enfermedad, el uso de mascarillas de un 60-70% de las personas (según una investigación de Cid Gallup), presentación de le enfermedad como casos leves o asintomáticos en personas jóvenes, mejor autocuidado en los adultos mayores, una parte de la población todavía continúa en autocuarentena, entre otras.
Aunque estas razones estén a nuestro favor no podemos dejar demasiado floja la cuerda, debemos continuar con las medidas universales de prevención contra el coronavirus. El uso de mascarilla, lavado de manos con la técnica correcta durante al menos 40 segundos, distanciamiento social, permanecer el mayor tiempo posible en casa y salir para lo necesario son las medidas más importantes para continuar con esta baja cifra de casos.
Si bien conocemos que la crisis sanitaria mundial por COVID-19 podría acabar con la llegada de una vacuna segura, eficaz, de fácil acceso y aplicación para todos, hasta la fecha se siguen practicando los estudios pertinentes para llegar a su lanzamiento. Continúa siendo una esperanza que esperamos se cumpla pronto.
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Por el momento debemos unir fuerzas para mantenernos lo más sanos que podamos; consume alimentos saludables, realiza ejercicio al menos 30 minutos al día, hidrata tu cuerpo tomando suficiente agua, lee libros, escucha música, baila, platica con tus seres queridos, controla tu peso y consulta a tu médico si tienes dudas sobre algún tema de medicina.
Dra. Magaly Alvarez
Médico General.
Diócesis Media, Iglesia y Salud.