El miedo: una sensación normal en tiempos de crisis

Enfrentarse a desastres puede causar estrés y emociones fuertes, más si se juntan una pandemia y un huracán a la vez. Es natural sentir miedo, ansiedad, tristeza y preocupación. Sobrellevar estos sentimientos y buscar ayuda cuando la necesite los ayudarán a usted, a su familia y a su comunidad a recuperarse.

El miedo forma parte de la respuesta normal de «lucha o huida» del cuerpo, que nos ayuda a evitar o a responder ante un posible peligro. Después de un acontecimiento traumático, algunas personas pueden experimentar una variedad de reacciones, pero con el transcurso del tiempo la mayoría superará sus síntomas en menos de un mes, a esto se le conoce como trastorno por estrés agudo.

Cualquier persona puede tenerlo a cualquier edad:

Las personas pueden sentirse estresadas o asustadas, incluso cuando ya no corren peligro. En algunos casos, con solo saber que un familiar o amigo cercano experimentó un acontecimiento traumático se puede desencadenar este trastorno.

Recuerdos recurrentes del evento, sueños angustiantes, sentir como si el evento se repitiera, angustia, sudoración, palpitaciones, incapacidad de sentir felicidad o satisfacción, confusión, incapacidad de recordar una parte importante del evento traumático, esfuerzos para evitar personas, lugares, conversaciones o actividades que recuerden el evento, trastornos del sueño, irritabilidad o crisis de enojo son parte del abanico de síntomas de este trastorno.

Con el tiempo, normalmente la mayoría de las personas se recuperan bien. Pero algunas personas pueden evolucionar a Trastorno por Estrés Postraumático con duración mayor a un mes.

Para la prevención de este miedo es importante:

-Cuidado personal
-Medidas de apoyo

Una parte importante de las personas se recuperan cuando se les aparta de la situación traumática y se les da apoyo adecuado en forma de comprensión y empatía. Para algunas personas es útil poder describir su experiencia. Los amigos y seres queridos pueden proporcionar apoyo. De lo contrario, los médicos u otros profesionales de la salud son útiles.

Las personas con afecciones de salud mental prexistentes deben continuar con su tratamiento y estar atentas por si presentan nuevos síntomas o si los que tienen empeoran.

La salud física puede ponerse en riesgo. Trata de mantener un horario saludable para comer, dormir y hacer ejercicio. Evitar el consumo de sustancias tóxicas.

Procurar reducir los sentimientos de estrés, aburrimiento, ira o tristeza. Si las circunstancias lo permiten, las personas en situación de riesgo deben hacer y seguir un horario diario normal; levantarse, bañarse, vestirse, salir y dar un paseo, además de preparar e ingerir alimentos de forma regular.
Es útil practicar pasatiempos familiares, actividades divertidas y entretenidas: dibujar, ver una película o cocinar.

La implicación en la comunidad puede ser crucial, incluso si es difícil mantener la conexión humana durante una crisis.
Los estiramientos y el ejercicio son fenomenales, pero puede ser igualmente beneficioso permanecer sentado y contar las propias respiraciones o escuchar atentamente los sonidos circundantes.

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La amabilidad espontánea puede ser una solución beneficiosa para todos: enviar una nota amable, preparar galletas para alguien y ofrecer una sonrisa puede no sólo ser una agradable sorpresa para el receptor, sino que puede reducir la desesperanza y la pasividad que tienden a formar parte de la experiencia traumática de una persona. Recuerda que lo importante es nuestra salud y paz mental, lo material va y viene.

Redacción: Magaly Alvarez.
Diócesis Media, Iglesia y Salud.