Como laico comprometido en nuestra Diócesis de Matagalpa, ante esta situación de pandemia, quiero compartirles mi testimonio vivido ante la COVID-19.
En la segunda semana del mes de Junio 2020, estando en mi casa guardando cuarentena, fui contagiado con este virus, comenzando con los síntomas de gripe, tos y perdida de olfato, por lo cual acudí a buscar ayuda con un médico de la Diócesis de Matagalpa, el que me orientó a realizar una serie de exámenes para hacer el diagnóstico de la enfermedad y así recetarme el tratamiento adecuado; fue un proceso de 15 días de recuperación, aunque en medio de la enfermedad, sentí cierto temor de no poder lograrlo porque esta enfermedad es letal y pensé en mi familia, pedí a Dios que me diera la paciencia para soportar este sufrimiento.
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Hoy me doy cuenta cuanto valor tiene la vida, la familia, el cual es un valor muy sagrado para Dios y mucho de nosotros lo olvidamos.
La pandemia todavía no ha terminado, pero hoy he aprendido a ser más positivo en mi vida, con la Familia y en el servicio de la Iglesia, más humano con el hermano y más servicial con los necesitados.
Sólo recuerdo las palabras del Papa Francisco en los momentos de oración al inicio de esta pandemia, el 27 de marzo 2020, ante el Cristo de San Marcelo, el Cristo de la salud: “Todos estamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importante y necesario, todos llamados a remar junto, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos y descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino sólo juntos”.
Debemos estar juntos y en comunión con nuestros pastores:
Hoy por hoy los laicos no somos isla, debemos estar juntos en comunión con nuestros pastores y no ser espectadores de esta situación, debemos estar al pie de la Cruz como nuestra Madre Santísima que experimentó los dolores del sufrimiento de su hijo que nos amó y se entregó por nosotros, hoy más que nunca estamos llamado a amar más a Jesús en medio de los enfermos de esta pandemia, estamos llamados a ser buenos samaritanos y no ver la realidad de lejos.
Me pregunto: ¿Qué haría Jesús en estos tiempos de pandemia?, ¿Sería indiferente?, ¿Discriminaría al enfermo? Estas son posibles situaciones con las que nos podríamos enfrentar hoy, pero todos estamos llamados a poner en práctica las obras de misericordia en nuestra Iglesia.
Que cristo el buen samaritano nos ilumine a través de su gracia redentora, y nos ayude a seguir haciendo el bien con los necesitados. Dios les bendiga.
Escrito por un integrante de Pastoral Familiar de la Diócesis de Matagalpa.