Monseñor Rolando Alvarez: “El camino de la Iglesia es el camino de la Cruz”

“La Iglesia no tiene otro camino que seguir más que el camino de la Cruz”, aseguró Monseñor Rolando Alvarez, Obispo de la Diócesis de Matagalpa, al presidir la Santa Misa el domingo 30 de agosto en la Iglesia Catedral San Pedro de Matagalpa, donde además recordó que la Iglesia es pueblo, “lo que el pueblo sufre lo sufre la Iglesia, y lo que el pueblo espera también lo espera la Iglesia”, indicó.

La celebración se realizó a puertas cerradas tal y como se hace desde el 20 de marzo en toda la Diócesis como medida de prevención ante la COVID-19, y transmitida por los medios de comunicación.

En su homilía explicó que el Evangelio de la Iglesia es el de la Iglesia sufriente, escupida, flagelada, que en la Cruz recibe como su Señor la burla, porque como Jesucristo ha venido a anunciar el reino de Dios que es de paz, justicia y libertad, un reino que se ofrece a todos pero hace una llamada fundamental hacia las multitudes, hacia los pobres, ciegos y paraliticos.

Monseñor Rolando Alvarez

“La Iglesia no tiene otro camino que seguir más que el de su fundador, que el de su cabeza, el lugar de la Iglesia no es el del mundo, el del confort, el de las comodidades, el lugar de la Iglesia es el del Golgota, el del Calvario, el de los azotes, el de la condena injusta, el de Anás y Caifás, que uno y el otro no quieren cargar con la muerte del justo. El camino de la Iglesia es el de Herodes y Pilato, que cobardemente no quieren cargar con la condena del justo. El camino de la Iglesia es el de aquel grupo que manipulado por las autoridades sociales, económicas y políticas de aquel tiempo piden la liberación de Barrabás y la condenación de Jesucristo”.

“Todo ese camino no es ajeno a la Iglesia porque lo vivió el Señor y la madre del Señor con la confianza de quien sabe que hace lo correcto, de quien sabe que al final de la historia no será la muerte la que tiene la última palabra, del que sabe que al final de la historia no será la injusticia la que terminará reinando, sino la justicia, paz y la libertad”, mencionó.

La Iglesia es pueblo:

Monseñor Alvarez también explicó que por eso los pobres, excluidos, marginados, olvidados de siempre, vulnerables, los que no han tenido posibilidad de alzar su voz, los jóvenes que han visto truncados sus sueños, las mujeres maltratadas, los campesinos en el silencio de la montaña, los pobres que son vistos como los descartables pueden estar seguros que esta es la Iglesia de todos no sólo de las periferias geográficas sino de las periferias existenciales, la Iglesia de los rostros sufrientes, dolientes, la Iglesia de los niños no nacidos a quienes se les quitó el derecho humano de vivir, seguirá siendo la Iglesia que fundó Jesucristo porque de él recibió la gracia para llegar también a la Cruz, al calvario, porque la Iglesia es pueblo y lo que el pueblo de Dios sufre lo sufre la Iglesia, lo que el pueblo de Dios espera lo espera la Iglesia, porque la Iglesia es pueblo de Dios.

“Es la Iglesia del crucificado, de la madre dolorosa al pie de la Cruz, por eso he insistido que el lugar de la Iglesia es la Cruz, es estar al pie de la Cruz. Para la Iglesia no estar en la Cruz, al pie de la Cruz, sería apartarse y alejarse de Dios”.

En este punto Monseñor Rolando Alvarez recordó que Pedro aún no había experimentado la pascua, por eso la actitud que muestra en el Evangelio del día cuando Jesús habla de su padecimiento. Por lo tanto el Obispo indicó que todo aquel que quisiera apartar a la Iglesia del camino del crucificado, del camino de Anás, de Caifás, de Herodes, de Pilato, del camino del rostro sufriente, de las periferias, de los que el mundo trata como descartables, está siendo un obstáculo en el anuncio del reino de Dios, que el Mesías ha confiado, un anuncio de paz, de amor, de justicia y de libertad.

“El camino de la Iglesia no es salvaguardarse a ella misma, menos esconderse de sus responsabilidades celestiales porque han sido encomendadas por el Señor de las alturas, y terrenales porque han sido encomendadas a cumplir en la tierra. Por eso la Iglesia da su rostro y da el rostro de la Cruz, si a Cristo lo abofetearon también a la Iglesia se abofetea, y Cristo con total serenidad, convicción y confianza mantiene su mirada hacia el calvario, hacia la Cruz, igualmente su Iglesia que no quita la mirada del calvario, de la Cruz, porque aquello está haciendo que la Iglesia continúe su camino hacia el Padre, porque así como Cristo se entregó completamente, así como Cristo se anonadó la Iglesia de entrega y anonada por amor a su pueblo, sin distinción, sin exclusión de nadie un amor dado para todo el que quiera recibirlo, un amor callado, silencioso, sin distinción de nadie, porque en la mesa de la Iglesia cabemos todos, alcanzamos todos sin tenernos miedo ni humillarnos. Es un misterio de amor”.

“Aunque la Iglesia se sienta ultrajada, en esa Iglesia ultrajada siempre lo hará con un corazón como el de su Señor amante y amoroso porque como Madre que es abriga a sus hijos, porque la Iglesia donde alcanzamos todos sin distinción está llamada a levantarse, quitarse la túnica y atarse la toalla a la cintura y empezar a lavar los pies a todos los que con un corazón humilde han aceptado sentarse a esa mesa sabiendo que todos ahí nos volvemos y hacemos Hermanos, y la Iglesia como su Señor va uno a uno lavando los pies, para que también se sientan amados por el Señor y perdonados los pecados, esa es la Iglesia de Cristo, no encontraremos otra en el Evangelio”.

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“La Iglesia igual que su Señor sabe que el camino de la Cruz concluirá en el camino de la resurrección y de la vida, sabiendo que el fin último de este camino es la vida abundante, la vida eterna, la gloria de Dios. Por eso la Iglesia siempre grita como Pedro: ‘Señor sálvanos’, como la Cananea: ‘Señor ten compasión de nosotros’… Y así como concluye el texto de este domingo igualmente la Iglesia será conducida a la gloria del Padre y como dice el Apocalipsis refiriéndose a los apóstoles ellos se sentarán junto al trono de Dios para juzgar en el amor y la misericordia, porque de esta Iglesia sólo perdón, amor y misericordia se puede recibir, y por una razón porque es la Iglesia de Cristo, el amante amoroso que no ha venido a condenar al mundo sino a salvarle y darle vida eterna”, concluyó.

Redacción: Manuel Antonio Obando Cortedano.